En el pequeño pueblo Corçà, que se pierde de forma voluntaria entre la ciudad de Girona y las brisas que llegan del cercano Mediterráneo, se esconde un santuario culinario diseñado por la pareja formada por el chef Albert Sastregener y la sumiller Cristina Torrent que es merecedor de dos estrellas Michelin. En Bo.TiC cada plato es un homenaje a la tradición catalana, un canto a la innovación y un susurro de respeto a los ingredientes locales, seleccionados con el cariño de quien conoce el origen de cada sabor.
Bo.TiC no es solo un lugar para deleitar el paladar, es un templo donde la filosofía de kilómetro cero se convierte en un mantra, donde los productos de la tierra y el mar cuentan historias de proximidad y frescura. Un viaje, una experiencia, un poema gastronómico donde cada bocado es un verso dedicado al “territorio”.
La historia
La evolución de Bo.TiC hacia su ubicación actual es una historia fascinante de crecimiento y adaptación. Tras superar los desafíos iniciales en su primer local, el equipo de Bo.TiC se encontró con la necesidad de expandirse, no solo para mejorar su oferta culinaria sino también para mejorar su calidad de vida. La solución llegó en forma de una decisiva mudanza: la compra de una casa que se transformaría no solo en el nuevo hogar del restaurante sino también en la vivienda de Albert y su familia.
Este cambio no fue solo una decisión empresarial, sino también una decisión de vida. Albert y su equipo invirtieron casi tres años en el desarrollo del proyecto, que incluyó un año y medio de construcción y otro año y medio dedicado a la financiación. El nuevo espacio ofrecía varias ventajas significativas. Primero, un entorno más moderno y equipado que superaba las limitaciones del local anterior, especialmente en términos de capacidad y recursos técnicos.
Pero, sobre todo, más allá de las mejoras técnicas y espaciales, la mudanza a la nueva ubicación representó un cambio vital en la vida de Albert, Cristina y su familia. Con dos niños pequeños, la proximidad de su lugar de trabajo les permitió estar más presentes en su vida familiar, una faceta que valoraban profundamente.
Así es la Cocina de Bo.TiC
La cocina de Bo.TiC es una ventana a la esencia de la gastronomía catalana, donde cada plato es una narrativa de sabores, texturas y aromas, cuidadosamente orquestados por Albert Sastregener. En este espacio, los productos locales y de temporada no son solo ingredientes; son los protagonistas de una historia culinaria que se cuenta en cada bocado.
El menú de Bo.TiC es un homenaje a la diversidad y abundancia de la región. Aquí, el mar y la tierra se encuentran en una armonía perfecta, ofreciendo platos que van desde los más delicados calamares y rodaballos, hasta robustos guisos que evocan la tradición y el calor de la cocina catalana.
Albert, con su habilidad y creatividad, ha sabido balancear la innovación y la tradición. Utilizando técnicas modernas y vanguardistas, logra realzar los sabores autóctonos sin eclipsar su esencia. Este respeto por la tradición, combinado con un espíritu innovador, da como resultado una experiencia culinaria única, donde los clásicos se reinventan y los nuevos platos nacen con una base sólidamente arraigada en la cocina tradicional.
"No nos gusta hablar de proximidad porque ya es parte de nuestra identidad, no hace falta reseñarla", explica Albert. "Es el pan nuestro de cada día ".
En palabras del propio Albert, su cocina se basa en el concepto de "kilómetro cero". "Todo de arriba a abajo es cocina catalana tradicional de aquí, con producto de aquí", afirma. Esta filosofía se refleja en la selección meticulosa de ingredientes, priorizando siempre aquellos que son locales y frescos.
El futuro
Mirando hacia el futuro, Albert Sastregener ve a Bo.TiC no solo como un negocio, sino como una extensión de su vida y sus valores. A pesar de los éxitos y el reconocimiento, mantiene una visión equilibrada, enfocándose tanto en la calidad de vida como en la excelencia culinaria. Este enfoque se refleja en su decisión de no expandir sus proyectos más allá de Bo.TiC, priorizando el tiempo con su familia y sus aficiones personales.
El chef y su equipo continúan explorando y experimentando, siempre en busca de nuevas formas de deleitar a sus comensales. A pesar de la posibilidad de obtener más estrellas Michelin, Albert permanece fiel a su estilo, enfocado en ofrecer experiencias gastronómicas inolvidables sin sacrificar su bienestar personal y el de su equipo.
Al fin y al cabo, su principal premio será siempre el reconocimiento de su padre, quien nunca quiso que se dedicase a la cocina pero que, finalmente, ha terminado cayendo rendido al talento de su hijo. ¿Y quién no?
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