La ópera, a medio camino entre la música y el teatro, ha sido considerada durante mucho tiempo como una de las artes más elevadas. Y, precisamente, frente a ese teatro que solía tener un carácter más popular, se mantuvo como un espectáculo inaccesible para la mayor parte de la población. Esta exclusividad terminó impregnando también a una serie de majestuosos teatros de ópera que fueron surgiendo en las grandes capitales del mundo del siglo XIX.

Esta tendencia siguió durante el siglo pasado y permanece en nuestro siglo actual con una nueva generación de óperas más modernas que dejan atrás el habitual estilo neoclásico del centro de Europa para configurar algunos ejemplos tan emblemáticos como los de Oslo o la excepcional ópera de Sídney. Vente con nosotros por este recorrido con ecos a música clásica, aires de realeza y magnífica arquitectura.

Palacio Garnier, París

Palacio Garnier

La Ópera de París es uno de los edificios más llamativos y espectaculares que podemos encontrar en capital francesa y, teniendo en cuenta la impresionante belleza de esta ciudad, esto es decir mucho. Se encuentra en el distrito XIX y fue diseñada por el arquitecto Charles Garnier, por orden de Napoléon III, aunque se inauguró tras su muerte en 1875.

Tiene una capacidad para 2.200 espectadores y su en su gran escenario caben nada menos que 450 artistas. Se trata de un edificio diseñado en el ecléctico estilo napoleónico de la época. Sorprende con una decoración muy recargada que se excede especialmente en un interior lleno de mármol, columnas, grandes lámparas de araña, terciopelo y mucho dorado. El exterior está decorado por bustos en bronce que homenajean a grandes compositores como Mozart o Beethoven. Actualmente alberga la Academia Nacional de Música de Francia.

Casa de la Ópera, Sídney

Ópera de Sídney
Ópera de Sídney

Casi todo el mundo coincidirá en que la Ópera de Sídney es posiblemente la más famosa del planeta. Su reconocida silueta da la bienvenida a la capital australiana y es una de las postales más icónicas del siglo XX. Su arquitecto fue el danés Jørn Utzon, quien ganó un competido concurso entre los principales estudios de arquitectura del mundo. Tras una compleja y difícil construcción, que tuvo un sobrecoste multimillonario y sufrió la dimisión del propio Utzon, fue inaugurada finalmente en 1973 con la representación de la novena sinfonía de Beethoven.

Su diseño fue radicalmente innovador con una sorprendente estructura basada en conchas gigantes semiesféricas de hormigón que conforman los tejados del edificio. Más de un millón de azulejos blancos cubren esta estructura para darle ese toque de pureza y belleza tan especial. La impresionante sala principal tiene una capacidad para 2.679 personas y puede presumir de poseer el órgano mecánico más grande del mundo con más de 10.000 tubos, que preside la parte trasera del escenario.

Teatro de la Ópera, Oslo

Ópera de Oslo

La Ópera de Oslo, o Operahuset en noruego, es otra moderna construcción y es reconocida como una de las mejores obras arquitectónicas de los últimos años. Su diseño se lo debemos al estudio Snøhetta y abrió al público en 2008 frente al fiordo de la capital noruega. Destaca por sus líneas puras basadas en mármol blanco de Carrara y cristal, con una original estructura que permite a los visitantes integrarse con el edificio y subir a su azotea por las grandes pasarelas de su exterior.

El auditorio principal tiene una capacidad para 1.364 espectadores y un espectacular escenario con 40 metros de fondo que se sitúa, curiosamente, por debajo del nivel del mar. Resulta muy llamativa su gigantesca lámpara central de siete metros de diámetro con más de 8.000 diodos luminosos y ocho toneladas de peso.

Ópera Nacional de Ucrania, Kiev

Ópera Nacional de Ucrania

Uno de los edificios por el que más orgullosos se sienten los habitantes de Kiev es su ópera nacional, que recibe el nombre oficial de Tarás Shevchenko en honor a uno de sus escritores más importantes del siglo XIX. Tras un trágico incendio, que acabó con el anterior teatro de la ópera, se convocó un concurso internacional a principios del siglo XX para levantar una nueva construcción y la propuesta ganadora resultó ser un edificio de corte neoclásico, obra de Victor Schröter.

Se inauguró oficialmente en 1901 y no tardó mucho en convertirse en uno de los emblemas de Kiev y una de las óperas más importantes del mundo, adquiriendo especial relevancia durante las décadas de invasión soviética. Destaca por su elegante fachada exterior, pero en su interior esconde uno de los escenarios más grandes de Europa y un innovador sistema de ingeniería que fue mucho tiempo la envidia de otros grandes teatros y óperas.

Ópera Estatal, Viena

Ópera estatal de Viena

El que fuera conocido durante mucho tiempo como el Teatro de la Ópera de la Corte Imperial y Real de Viena” fue durante la segunda mitad del siglo XIX el centro neurálgico mundial de la música clásica y de la ópera. Y todavía en nuestros días es considerada como una de las más prestigiosas.

Su construcción duró ocho años y, curiosamente, fue muy criticada en la época por los ciudadanos vieneses que no agradecían mucho el estilo neorrenacentista del nuevo edificio. Se inauguró finalmente en 1869, aunque el edificio que podemos ver actualmente es una reconstrucción posterior a la II Guerra Mundial, cuando el teatro sufrió un severo bombardeo y un devastador incendio.

La sala principal cuenta con asientos para 2.284 personas con una espectacular estructura circular y varios pisos de palcos superiores. Es una de las óperas más activas del mundo con más de 60 espectáculos diferentes al año y una compañía permanente formada por unos 200 cantantes. Fue también una de las primeras en ofrecer el visionado bajo demanda a través de su página web para disfrutar de sus espectáculos desde cualquier lugar del mundo.

Ópera Real, Copenhague

Ópera de Copenhague

Y finalizamos nuestro recorrido, volviendo al norte de Europa para descubrir la modernísima ópera de Copenhague. El imponente edificio es obra del arquitecto Henning Larsen y se levanta en una isla del puerto de la capital danesa, frente a la bahía de la ciudad y junto al Palacio Real de Amalienborg. Como otros ejemplos de esta lista, su construcción fue muy polémica y su coste se disparó hasta los 500 millones de dólares, lo que la convierte probablemente en la ópera más cara del mundo.

A cambio, cuenta con una de las tecnologías teatrales más modernas con capacidad para mover hasta seis escenarios diferentes y una sala principal capaz de acoger hasta 1.700 personas y 110 músicos en su enorme escenario. Una visita, sin duda, imprescindible para disfrutar tanto el edificio como de las bonitas vistas desde este islote danés.