Son las cinco de la mañana. Hace apenas cuatro horas que hemos aterrizado en la siempre lluviosa San José, pero no hay tiempo para descansar. Nos espera un emocionante viaje a uno de los rincones más especiales de Costa Rica y Centroamérica, nos espera un paraíso perdido: Tortuguero.

Un autobús nos recoge y atravesamos el centro montañoso del país acompañados de algunos turistas alemanes y holandeses. Es mi primera vez en Costa Rica y este trayecto es el perfecto aperitivo de lo que me espera. Naturaleza salvaje, ríos y cascadas imposibles o pequeños pueblos rurales se suceden mientras ascendemos la Cordillera Central. Tras unas dos horas de trayecto llegamos hasta el embarcadero de La Pavona. Allí, un grupo de barcas nos esperan para trasladarnos hasta Tortuguero a través de un laberíntico entramado de ríos y canales. Es la única forma de llegar a un paraíso aislado donde no existen las carreteras y la naturaleza se ha impuesto al ser humano. Comienzan unos días que serán muy difíciles de olvidar.

Qué es Tortuguero

Tortuguero - Foto: Christian Rojo
Tortuguero – Foto: Christian Rojo

El Parque Nacional Tortuguero está ubicado en la provincia de Limón, en el Caribe costarricense. Declarado parque nacional el 24 de septiembre de 1970, su extensión actual es de 76.937 hectáreas, de las cuales dos terceras partes son marinas en una infinita sucesión de canales y ríos. El 99% de la superficie terrestre y el 100% del área marina está protegida, salvaguardando su rica biodiversidad natural.

El bosque tropical húmedo o muy húmedo predomina en la extensión del parque gracias a una precipitación media anual que supera los 6.000 mm. Para que te hagas una idea, en un mes llueve lo mismo que en Madrid en todo el año. Así que sí, hay que prepararse para la lluvia porque, antes o después, en algún momento del día, el agua nos acompañará.

Tortuguero - Foto: Christian Rojo
Tortuguero – Foto: Christian Rojo

Se cree que los nativos precolombinos y los primeros exploradores europeos ya visitaban esta área en busca de las valiosas tortugas, de las que comerciaban su caparazón o su carne. Pero no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando se empezaron a asentar algunos habitantes en la que entonces se conocía como Boca Tortuga. Familias afrocaribeñas, de las cercanas regiones de Limón o Parismina, así como otros migrantes centroamericanos, se instalaron en la región para aprovechar el auge de una industria maderera que encontró una gran oportunidad en sus inmensos bosques vírgenes.

En los años 50, el zoólogo Archie Carr se interesa por el estudio de las tortugas marinas y descubre Tortuguero como un lugar único para aprender más sobre ellas. Se empieza a reconocer entonces el enorme valor medioambiental de esta región por un gobierno cada vez más preocupado por la naturaleza, lo que desemboca en la declaración como Parque Nacional de 1970. Los primeros visitantes comienzan a llegar a mediados de los 80 con una oferta turística cada vez más variada y de mayor calidad, hasta convertirse hoy en día en la vía de ingresos, casi única, de la población local.

Un pueblo encantador

Tortuguero - Foto: Christian Rojo
Tortuguero – Foto: Christian Rojo

En medio del bosque tropical, en la manga terrestre que une los canales con el Caribe, aparece como por sorpresa un pequeño pueblo. Tortuguero sería el escenario perfecto de una película o serie sobre un crimen sin resolver. Una de esas historias donde un asesinato ha tenido lugar en un lugar pequeño y aislado, aparentemente tranquilo. Todo el mundo parece ser sospechoso y la atmósfera resulta agobiante. Pero no te preocupes, esta idea surge exclusivamente de mi cabeza de periodista con ínfulas de guionista porque la realidad es que Tortuguero se presenta al visitante como un pueblo pequeño y tranquilo. El tiempo transcurre despacio entre vendedores de cocos, algunos hostales y restaurantes o tiendas de artesanía -una de ellas regentada por una familia española- que se extienden a lo largo de la larga calle principal.

Al final de esta se encuentra el Centro de Visitantes, que sirve como punto de referencia del Parque Nacional Tortuguero y acoge a los trabajadores del parque, así como a voluntarios llegados de todo el mundo que quieren investigar o aprender más sobre el mundo de las tortugas marinas y este ecosistema. El visitante dispone de una zona expositiva en un moderno edificio donde se nos explica la historia de Boca Tortuguero y del doctor Carr, al mismo tiempo que se nos presenta a los animales más característicos del parque. Ascendiendo por una original y colorida escalera de caracol, alcanzaremos un mirador con vistas al parque y a los canales.

No hay mucho que hacer o ver en el pueblo de Tortuguero más allá de algunas antiguas maquinarias usadas en la época maderera, que se encuentran desperdigadas por la calle principal. Y tampoco pasa nada. Lo mejor que podemos hacer cuando visitamos este pequeño núcleo es sentarnos en alguno de sus bonitos cafés, disfrutar del paso de los barcos por el canal y tratar de empaparnos de esa paz y tranquilidad que solo puede regalarnos la falta de opciones.

El espectáculo del desove de las tortugas

Costa Rica ha conseguido algo tan difícil como es combinar la protección y preocupación por el medio ambiente con el diseño y puesta en práctica de actividades turísticas atractivas. Y, posiblemente, el mejor ejemplo son las visitas guiadas para ver el espectáculo del desove de las tortugas, una de las experiencias más emocionantes que he vivido en mi vida.

A Tortuguero llegan cada año cuatro especies de tortugas marinas: Verde (Chelonia mydas), Baula (Dermochelys coriacea), Carey (Eretmochelys imbricata) y Cabezona (Caretta caretta). Cada noche, durante la época de desove que va de junio a octubre, un ejército de voluntarios y trabajadores del parque, casi todos locales, se coordinan para llevar a cabo las excursiones nocturnas que nos permiten ver en directo cómo las grandes tortugas marinas llegan hasta la playa a desovar y cómo entierran sus huevos. Cuando empieza a caer la noche, un grupo de rastreadores se distribuye a lo largo de la playa, en varios tramos, para detectar a posibles tortugas saliendo del mar. Son los únicos que pueden acceder a la playa porque el acceso está prohibido durante la noche.

Los turistas que quieran ir a ver el desove se han tenido que apuntar previamente, durante el día, en la lista oficial del Parque Nacional y esperar a un sorteo diario que definirá la hora y el tramo asignado a cada uno de ellos, sin posibilidad de elección. A la hora programada, los guías del parque pasarán a buscarnos por nuestro hotel para comenzar una cuidada ceremonia que conseguirá conectarnos totalmente con la experiencia.

Divididos en pequeños grupos, aguardaremos junto a la playa con nuestro guía esperando noticias de los rastreadores. Si tenemos suerte y divisan una tortuga llegando a la playa, nuestro guía nos irá acercando con cuidado, pero aún tendremos que esperar para ver el espectáculo. Una larga ceremonia que se repite cada año en miles de ocasiones. La tortuga, que puede superar el metro y medio de largo, sale del mar y busca por la arena de la playa el mejor lugar para depositar sus huevos.

Empieza entonces un duro trabajo de excavación con las patas traseras para conseguir un hueco suficientemente profundo. Este es el momento más delicado, pues cualquier movimiento o ruido puede asustar a la tortuga y obligarla a abandonar el lugar. Hasta que no ha terminado y comienza a desovar, no es posible acercarse a ella.

Para el desove, la tortuga entra en una especie de trance y, solo entonces, el guía permite que nos acerquemos para ver cómo van cayendo los huevos dentro del agujero. Un espectáculo que resulta de lo más emocionante. Más de cien huevos pueden salir en cada puesta y, en apenas unos minutos, la tortuga habrá terminado. No está permitido tomar fotografías ni vídeos para agilizar el proceso y molestar lo menos posible al animal. La luz roja que utiliza nuestro guía será el único foco de luz permitido.

Finalizado el desove, la exhausta tortuga dedicará en torno a una hora para cubrir de arena sus huevos. Curiosamente, una vez que termine veremos una zona que parece excavada, pero es tan solo un señuelo para posibles “ladrones”. Los huevos se encuentran bien protegidos un poco más allá. Comienza entonces un lento camino hacia el mar. El trabajo ha terminado.

¿Y qué pasa con las tortuguitas que nacen? Pues en el caso de Tortuguero, y casi toda Costa Rica, no se realiza ninguna protección especial ni se realizan sueltas controladas de tortugas como en otros lugares de Centroamérica. El objetivo es dejar que la naturaleza obre por sí misma así que solo veremos nacer tortugas y sus graciosas carreras hacia el agua si tenemos la suerte de estar en la playa en ese momento. Normalmente, a última hora de la tarde o a primera hora de la mañana será más fácil conseguirlo.

Un truco para encontrarlas será observar el comportamiento de los pájaros, que suelen sobrevolar los lugares de nacimiento. Y es que estas pequeñas tortuguitas se enfrentan a numerosos peligros cuando nacen, entre ellos las amenazantes aves marinas. Menos de un 1% de las tortugas que nacen conseguirán sobrevivir y tan solo una de cada mil llegará a la vida adulta. La naturaleza es bastante cruel.

Excursiones desde Tortuguero

Tortuguero - Foto: Christian Rojo
Tortuguero – Foto: Christian Rojo

Las principales excursiones que podemos hacer cuando estamos en Tortuguero nos llevan irremediablemente a su laberinto de canales. Existen varios recorridos que podemos realizar según los diferentes tipos de embarcaciones. Uno de ellos es el Sendero Caño Chiquero-Mora, que se extiende por 2.3 km y está reservado exclusivamente para embarcaciones pequeñas y no contaminantes. A lo largo de este recorrido, se puede apreciar una vegetación densa y alta, y en ocasiones es posible avistar al tolomuco, una especia de pequeño mamífero muy simpático. Cerca de los 1900 metros, el sendero se divide, lo que da origen a los nombres de Caño Chiquero y Caño Mora.

Otro recorrido interesante se realiza en lanchas de motor, a través del Sendero Río Tortuguero. Con una extensión de 4.3 km, este recorrido constituye la puerta de entrada a la red de canales del Parque Nacional Tortuguero. Durante el recorrido, se puede observar una variedad de aves acuáticas, anfibios y reptiles. Además, es posible admirar los imponentes árboles de poponjoche, que se destacan por sus grandes flores y frutos. El Sendero Caño Harold, por su parte, es un recorrido de 3.5 km que se realiza en un canal ancho de aguas calmas. En esta zona, predomina el bosque secundario y se pueden encontrar cocoteros y cacaos. Los reptiles, como las tortugas y los caimanes, también son abundantes en este sendero.

Por último, está el Sendero Caño Palma, un canal de 5.1 km que se accede no a través del Río Tortuguero, sino desde la Laguna Penitencia, ubicada junto al Cerro Tortuguero en el Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado. Este canal es estrecho y se caracteriza por una vegetación densa. Aquí se pueden apreciar numerosas aves acuáticas en su hábitat natural.

Si queremos andar sobre tierra firme, solo tenemos una ruta de senderismo, la que nos lleva al Cerro Tortuguero. Este punto se alza como la colina más elevada, a tan solo 119 metros de altura. Desde su cima, se puede apreciar el impresionante paisaje que rodea los canales, el bosque tropical lluvioso, las lagunas y el mar Caribe.

Para acceder, tendremos que comprar un ticket previamente en la web del parque y llegar en barco a la entrada. Nos espera un sendero sencillo y una subida final un poco más exigente en la que podremos encontrarnos con algunos monos y las características ranas rojas de patas azules.

Dónde alojarse en Tortuguero

Tortuguero - Foto: Christian Rojo
Tortuguero – Foto: Christian Rojo

No es Tortuguero el lugar con más oferta hotelera del mundo pero en los últimos años se han ido abriendo nuevos alojamientos y ahora podemos encontrar opciones para todos los gustos y presupuestos. Lo más económico es quedarnos en el propio pueblo donde encontramos algunos hostales y cabinas sencillas pero cómodas como las de Aracari Garden Hostel, Apartamentos Caimán o Natural Experience House.

Si queremos algo más “auténtico” en medio de la naturaleza, existen diferentes lodges con cabañas y zonas comunes que suelen incluir piscinas y restaurantes con media pensión. Buenas opciones son Aninga Lodge, Chinitas Eco Lodge, Evergreen Lodge o el Rainforest Hotel. La falta de oferta provoca que en temporada alta algunos puedan tener precios realmente altos así que conviene reservarlo con antelación.