Tras una larga jornada de playa en San Lorenzo, coger sitio en el muro de piedra frente al Mercante, en la Cuesta del Cholo y disfrutar del atardecer sobre el Puerto Deportivo. Pedir unas sidras, tal vez una tapina de pulpo y esperar a que caiga la noche: un plan perfecto en Gijón que termina en Cimavilla o Cimadevillael barrio en el que termina (y empieza) todo.

Cimadevilla es hipnótico: atrae por igual a turistas y a locales. Los primeros llegan atraídos por su historia, por el pintoresquismo de sus calles empedradas y por sus terrazas con aroma a pescado fresco. El viajero llega a la plaza del Ayuntamiento o a la de Pelayo, frente al Puerto, y tiran sus primeras fotos sospechando que lo mejor está por llegar. Porque nadie sale de Cimadevilla igual que entra.

Cimavilla: Ruta por el barrio alto de Gijón

Panorámica de Gijón con Cimavilla en primer plano

Para los locales, Cimadevilla es magnético. Da igual que seas de Roces o del Llano, de Viesques o La Calzada, si sales a dar una vuelta por la ciudad sin rumbo fijo, la nostalgia dirigirá tus pasos hacia Cimavilla, el barrio que les hace olvidar el otro Gijón, el del desarrollismo de los años 60 y 70… un poco menos entrañable.

Hay muchas formas de entrar en Cimavilla, pero seguiremos la ruta oficial para que nadie se nos pierda y quede amarrado a la primera terraza del barrio. Eso, al final. El paseo de la playa San Lorenzo nos lleva a San Pedro, estampa clásica de Xixón. Fue la única iglesia parroquial de la ciudad hasta finales del siglo XIX, lo que certifica su importancia. En origen se trató de un templo de estilo gótico construido en el siglo XV. Al inicio de la Guerra Civil, esta y otras de las iglesias de la ciudad quedaron destruidas por incendios. Tras la contienda, se reconstruyó.

Cimadevilla Gijón
San Pedro y el Cantábrico haciendo de las suyas. Fuente: Unsplash

Al lado de San Pedro, encontramos un vestigio que nos transporta a muchos siglos atrás. Porque Gijón tuvo su pasado romano como atestiguan numerosos restos arqueológicos: las termas romanas bajo el Campu Valdés son de visita obligada para conocer los albores de la ciudad. Un poco más arriba nos tropezamos con varios restos de la muralla romana que circundaba el barrio en su parte baja.

Y también nos encontramos con uno de los gijoneses más ilustres de la historia: Gaspar Melchor de Jovellanos, intelectual ilustrado que vivió en la segunda mitad del XVIII, una especie de Da Vinci a la asturiana que cultivó diversas labores a lo largo de su vida —desde ensayos sobre agricultura a poemas y obras teatrales— y cuyas iniciativas políticas fueron claves en la evolución de la Ilustración española.

En la Plazoleta de Jovellanos, ya en pleno Cimavilla, el viajero puede disfrutar de la arquitectura típica del barrio, tanto la palaciega con el Museo Casa Natal de Jovellanos como buen ejemplo o la doméstica tradicional. En esta plaza también encontramos una de las terrazas más famosas del barrio alto. ¿Una sidra antes de continuar ruta?

Puerto Viejo de Gijón

Al este, caminando por la calle de Los Remedios y bajando por la Calle Recoletas, está la Torre del Reloj, uno de los atractivos más curiosos de Cimadevilla. Se trata de una edificación construida sobre una base romana que llegó a ser cárcel y casa consistorial. Frente a la Torre, encontramos más restos de muralla romana.

Desde la Torre del Reloj es fácil descender hacia la Plaza del Ayuntamiento, otro lugar muy especial de la zona, no tanto por el ayuntamiento, sino por los locales que rodean la plaza y por las fiestas que suelen organizarse en la misma. En un día de sol, que como sabemos no es tan habitual en Asturias como probablemente nos gustaría, es común ver a muchos playos pelear por un hueco en la terraza de La Galana, una de las sidrerías más frecuentadas de la zona.

Otra opción desde la mencionada Plazoleta de Jovellanos es avanzar hacia otra de las plazas más entrañables de Cimadevilla: la plaza de Arturo Arias popularmente conocida como El Lavaderu. Las mañanas de fin de semana, sobre todo con el buen tiempo, es común que los gijoneses acudan a esta plaza para tomar el vermú, unas botellas de sidra y, si se tercia, unas tapas en alguno de los restaurantes de la zona.

Dominando el perfil del Lavaderu, tenemos el antiguo Convento de las Madres Agustinas Recoletas transformado después en Fábrica de Tabacos que, desde hace (muchos) años, espera una remodelación que facilite su uso municipal presumiblemente como espacio museístico. Y, además, es otro lugar en el que descubrir la peculiar arquitectura doméstica muy enraizada en la tradición marinera del barrio. Algunas de las casas todavía se mantienen en buen estado de conservación con sus muros de piedra y sus empinadas escaleras.

Plaza del Ayuntamiento de Gijón

Y de plaza a plaza. Otro de los enclaves favoritos de los playos es la Plaza de La Corrada que se suele llenar al atardecer: el local homónimo, el Atocha o el más nocturno conocido sencillamente como La Plaza siempre tienen un gran ambiente. Muy cerca está la Plaza de la Soledad, que contrasta con la de La Corrada ya que todavía mantiene un toque añejo —y solitario— todavía sin locales de copas. La conocida como Casa del Chino es otra entrañable muestra de arquitectura tradicional. Y la capilla de La Soledad, una minúscula construcción religiosa que custodia el espíritu de Cimavilla.

Ya estamos cerca del Cerro Santa Catalina, un espacio verde ideal para ir con los más pequeños que cuenta, además, con uno de los skate parks más frecuentados de la ciudad en un entorno idílico para marcarse unos ollies y una pista de fútbol sala al mismo borde el mar: olvídate del balón si pegas un buen buco. Y coronando Cimavilla y toda la ciudad, el Elogio del Horizonte, la escultura de Chillida que comenzó con polémica y ha terminado convirtiéndose en otro orgulloso símbolo de Xixón.

Y la noche, claro. Reconocida como una de las ciudades con más ambiente nocturno del norte de España, Cimavilla es un hervidero alternativo durante los fines de semana. En sus callejuelas encontrarás algunos de los locales más emblemáticos de la ciudad en los que terminar una larga jornada en el barrio más auténtico de Gijón.

Comer y beber en Cimadevilla

Gijón – Cuesta del Cholo

Aunque en nuestra ruta ya hemos parado varias veces, ha llegado el momento de detener nuestra ruta diurna y volver al principio para aprovechar los últimos rayos de sol en la Cuesta del Cholo, uno de los lugares más queridos por los gijoneses para disfrutar del sol poniente con unas sidras y unas tapas.


5 lugares donde comer en Cimadevilla


En realidad, todo el barrio alto de la ciudad está plagado de coquetos restaurantes en los que disfrutar de la legendaria gastronomía asturiana.

Desde locales clásicos con cartas muy básicas pero deliciosas en los que discutir con los parroquianos sobre el último partido del Sporting, a propuestas de fusión que combinan los sabores tradicionales de la mesa asturiana con algunos toques más vanguardistas: Cimavilla es también el lugar ideal para una cena en un ambiente único.