El sol de la Ribera del Duero nos dio la bienvenida con un abrazo cálido y seco, tan habitual en esta época del año. Un clima que agradecen especialmente las viñas y que fue la señal perfecta para sumergirnos en la historia de Cepa 21, una bodega relativamente joven, para lo que es habitual en Ribera del Duero, pero que en los últimos años ha conseguido ser, sin duda, una de las más mediáticas.
Ubicada en Castrillo de Duero, en la conocida como "la milla de oro" del vino, esta bodega es mucho más que un simple edificio vanguardista. Es el sueño hecho realidad de José Moro, una de las figuras más respetadas en la industria vinícola española. Visitarla es adentrarse en un universo donde la tradición familiar y la innovación se entrelazan de una manera que te hace sentir en casa. Estuvimos allí para conocerla y descubrir sus secretos.
El legado y la visión de José Moro

El propio José Moro fue quien nos guio en un viaje fascinante por su historia personal. Con una pasión que se percibe en cada gesto, nos explicó cómo, después de más de tres décadas en Bodegas Emilio Moro, decidió emprender este nuevo proyecto. "Tengo la suerte de haber recibido un gran legado... ese legado fue el amor por el vino y coincidió con la aparición de la Ribera del Duero como gran zona vitivinícola", nos explicó.
Fundada en 2002, Cepa 21 nació con el objetivo de crear vinos que reflejasen la expresión más pura y frutal del tempranillo, la uva reina de la región. Moro quiso domesticar la potente personalidad de esta uva utilizando exclusivamente roble francés para la crianza, buscando así aportar elegancia y sutileza a sus creaciones.
Esta filosofía ha marcado un constante perfeccionamiento en los 20 años de historia de la bodega:
"En estas dos décadas hay una evolución tremenda que ha hecho que los vinos vayan cambiando. Y ahora yo creo que estamos en el momento de cambio más importante en Ribera del Duero. El consumidor está demandando absolutamente vinos diferentes", afirmó, destacando su compromiso por escuchar las necesidades del mercado sin perder su esencia.
Recorrer las modernas instalaciones de Cepa 21 es una experiencia que une lo sensorial con lo educativo. La bodega, con su diseño funcional y minimalista, se integra perfectamente en el paisaje de viñedos.




Cepa 21
Durante el recorrido, Moro nos explicó que la elaboración de un gran vino es una combinación de arte y ciencia. "El terroir significa que hay una conjunción perfecta entre el suelo, entre la variedad y las condiciones climatológicas. Cada año es como si tuvieras un hijo nuevo y tienes que ir ajustando todo para dar lo mejor de sí en cada cosecha".
En Cepa 21, la viña es el punto de partida y el corazón del proyecto. Con 50 hectáreas de viñedo propio, la mayoría de ellas cultivadas con el clon más puro de la variedad tempranillo conocido como "tinto fino", la bodega se asienta sobre suelos diversos que varían entre la arcilla (que aporta potencia al vino) y la caliza (que le da elegancia). En la bodega, el control es riguroso: "Cada día hay que ir viendo las analíticas, catando y tomando decisiones. Tú puedes tener un protocolo hecho, pero depende cómo haya entrado la uva, tienes que ir tomando decisiones".
Unos vinos con mucho simbolismo
El vino Cepa 21 es el buque insignia de la bodega, un tinto 100 % Tempranillo que apuesta por la viveza frutal y una frescura ejemplar. Es un vino que entra con elegancia en boca y mantiene un equilibrio admirable. En cada copa se reconoce la firme voluntad de transmitir el terroir: viñas situadas a más de 750 metros de altitud, un clima extremo y suelos pobres que aportan carácter y frescor.
“Lo que buscamos es ese toque a fruta, un saber estar cuando pasa por boca. Tiene un comportamiento ejemplar, veloso en boca, balanceado, equilibrado. Y se va de la misma manera, con la misma ternura y con la misma educación.”, nos explicaba José Moro durante la cata.
Por su parte, Hito encarna la manifestación más juvenil del entorno, símbolo del futuro y la modernidad de la bodega. Su nombre evoca mojones o hitos que marcan límites, metáfora del equilibrio entre juventud y raíces. En copa luce un rojo cereza con ribete violeta; en nariz, combina frutos negros con regaliz, violetas y ligeros tostados; en boca presenta un cuerpo medio, taninos pulidos, frescura viva y un final largo que recuerda a fruta especiada con una suave caricia de barrica.
En cambio, Malabrigo refleja la expresión más profunda y estructurada del Tempranillo bajo el sello de Cepa 21. Es un vino rico e intenso, con aromas de cereza madura, ciruela y especias cálidas, que despliega un paladar bien armado, taninos finos y un final prolongado marcado por su estructura tánica.
En la cima de la complejidad se encuentra Horcajo, reservado para añadas excepcionales. Es la interpretación más elegante y profunda, donde la tradición se reinventa con sutileza y respeto por el origen. Se trata del vino de gama alta que condensa la filosofía de la bodega: elegancia, hondura y capacidad de envejecimiento.
El espíritu innovador de José Moro sigue muy vivo con proyectos en desarrollo orientados a explorar estilos borgoñón y bordelés, respectivamente. Son la prueba de esa inquietud constante por innovar y transmitir emociones a través del vino: «El vino es vida, son sentimientos. Y nuestro objetivo es llevar todo eso a una botella».
Enoturismo y experiencia gastronómica

Cepa 21 no solo es una bodega: es un destino enoturístico con agenda propia. Además de las visitas guiadas por viñedo e instalaciones, la bodega programa experiencias temáticas que conectan vino, paisaje y cocina. La Experiencia Raíces recorre el origen del proyecto y termina con cata de sus vinos de referencia (Hito, Cepa 21 y Malabrigo), ideal para comprender el terroir de la Ribera del Duero desde la copa. Para los que quieren ir un paso más allá, la Experiencia Maridaje Tinto Fino es el tour más completo: visita, explicación técnica y cata de toda la gama, pensada para leer la bodega de principio a fin.
Entre las propuestas diferenciales, el “Brunch y Vino” de los domingos sustituye la clásica mimosa por maridajes con vinos de la casa en un formato relajado entre viñas. Incluye un breve paseo guiado por viñedo e instalaciones y un brunch con cata de Hito y Cepa 21, acompañado por pases del propio restaurante
La parte más activa del catálogo de actividades llega con Wine & Bike, una ruta en bicicleta eléctrica por los viñedos de Cepa 21 que continúa con la visita a la bodega y una cata final. Es una experiencia para grupos reducidos que se programa según meteorología y que refuerza esa lectura del paisaje que tanta importancia tiene en la Ribera del Duero.

El capítulo gastronómico se completa en Cepa 21 Restaurante, dirigido por el chef Alberto Soto. El espacio, con preciosas vistas al viñedo, propone una carta que reinterpreta el producto de Castilla y León con técnica contemporánea y maridajes de la bodega. Su menú de degustación más largo alcanza los 14 pases que van desde la “gilda” y el cremoso de bacalao a un consomé de verduras a la brasa con cigala, pasando por pescados como la sama o platos de carne como la panceta con calabaza o la hamburguesa de lechal.
En mi caso terminamos la visita como se cierran las mejores historias: lejos de la formalidad y cerca del corazón. José Moro nos llevó hasta un rincón íntimo de la bodega, un espacio que reserva para reuniones con amigos, donde el tiempo se mide en risas y copas compartidas. Allí, nos pusimos las botas con unas deliciosas chuletas de lechal asadas sobre brasas de sarmientos y degustamos la gama completa de vinos de Cepa 21 con las siempre poéticas explicaciones del anfitrión.
Entre bocados y sorbos de vino, la conversación se hizo música cuando José tomó la guitarra y comenzó a desgranar canciones de Sabina. Uno a uno, nos fuimos sumando al coro improvisado, hasta que la sala entera fue un brindis cantado a la amistad, al vino y a la vida. Porque, al final, de eso se trataba ¿no?
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