Es verdad que el verano queda lejos y aún faltan unas semanas para las fiestas (y vacaciones) navideñas. Pero en Madrid, ciudad que nunca descansa ni defrauda, siempre hay opciones de diversión para todo tipo de públicos.
Sobre todo cuando hablamos de cuestiones gastronómicas. Lo demuestran estos cuatro restaurantes que te proponemos, cada uno especializado en un tipo de cocina y todos con un ambiente que no deja lugar al aburrimiento o la desidia. Porque comer y beber (bien) siempre son un genial remedio para cualquier tipo de males.
Hielo y Carbón

En plena Gran Vía, adonde se abren sus amplios ventanales, este restaurante es bastante más que un local con buenas vistas. Hielo y Carbón, en la primera planta del Hyatt Centric Gran Vía Madrid, es una gran alternativa en época fría y húmeda a la exitosa terraza El Jardín de Diana de ese mismo hotel.
Y lo es por su decoración sofisticada, funcional y actual, y por una carta viajera en la que, no obstante, los sabores mediterráneos cobran protagonismo principal. Aquí se tiene muy en cuenta el producto de temporada, aprovechando la inabarcable variedad de ingredientes estacionales que llegan hasta la ciudad.
A la hora de elegir qué comer, buena idea es dejarse llevar por el menú degustación 5 Senses. Éste incluye propuestas seguras como su peculiar tartar de corvina, el pulpo a la brasa sobre crema de maíz, el asado de tira a baja temperatura y el irresistible flan de coco con toffee de maracuyá.
Pero quien prefiera salirse de la norma tiene otras opciones igualmente entretenidas. ¿Ejemplos? El brioche de cangrejo de concha blanda frito, el croissant de secreto ibérico con col china encurtida, la dorada al carbón y el magret de pato ahumado también al carbón.
Menú 5 Senses: 50 euros.
hyattrestaurants.com/es/madrid/restaurant/hielo-y-carbon




Ronda 14

Nada menos que diez años lleva abierto este negocio en Madrid, en pleno Barrio de Salamanca, en un local de dimensiones modestas pero (por eso mismo) con un ambiente muy cercano, familiar y reconfortante.
En esto último tiene mucho que ver la personalidad de sus propietarios, el cocinero peruano Mario Céspedes y Conchi, su mujer y asturiana de pro. Ronda 14 es uno de los cinco restaurantes que tienen entre Madrid y Asturias. Pero no es uno más, sino su proyecto primigenio. Ese con el que abrieron primero en Avilés y, cuatro años después, esta delegación. A ellos se sumó después el Ronda 14 de Pozuelo.
Por las mesas desfila la personalísima visión de Mario respecto a la cocina nikkei, original y abierta a la fusión con el producto local. En ese concepto entran preparaciones tan suculentas como los nigiris de vieira, de pez mantequilla y de hamburguesa de wagyu con rocoto y queso azul. También nuevas propuestas, como el bao chifero de pato o las carrilleras con arroz trufado, con las que esta familia quiere seguir seduciendo a su clientela de siempre y a quien quiera venir, descubrir y disfrutar.
Precio medio a la carta: 35-40 euros.




Tribeca Bistró

Entre Cibeles y la Puerta de Alcalá, junto al Palacio de Linares (Casa de América) pero en una calle tranquila y sin apenas tráfico: ahí ha abierto sus puertas este restaurante, bar y coctelería con vocación de alta cocina clásica y una notable sofisticación. Ésta se percibe en su carta y también en una lujosa decoración que evoca la de los exclusivos locales del barrio neoyorquino de Tribeca, del que toma su nombre.
Entre las propuestas destacan platos como el steak tartar, montado al momento frente al comensal y muy alejado en concepto (y resultado) a lo que ahora dicen hacer en los restaurantes “de moda”. También en tartar (sobre tosta) se sirven las suculentas gambas rojas con salsa americana.
No desmerecen las ostras (al natural, Mignonette o al contundente estilo Rockefeller), el croque-monsieur, las pastas frescas italianas, el lenguado a la meunière, el roastbeef o la costilla glaseada y cocinada a baja temperatura. Para terminar, no hay que caer en la duda y dejarse tentar por una generosa porción de mousse de chocolate que, en una sopera clásica, circula por el local haciendo parada en (casi) cada mesa.
Precio medio a la carta: 60 euros.




Dolce Positano

Abierto este mismo mes de septiembre en la calle Rosales, este restaurante italiano supone un paseo junto al mar en plena España interior. Y no un mar cualquiera, sino ese Mediterráneo que baña la Costa Amalfitana, donde la bella localidad de Positano seduce a todo aquel que la visita.
Los artífices de semejante evocación culinaria son Roberto Castellano y Alessandro Giovannelli, napolitanos de cuna y madrileños de adopción. Con una exitosa trayectoria en otros “italianos” de la ciudad como Belmondo y Baldoria, ahora se han unido para ofrecer una carta entre lo clásico y lo creativo.
Así, los limones de Amalfi aparecen en texturas inesperadas, mientras que el pulpo Santa Lucía, la bella Mbriana o el babà se abren paso entre las preferencias de los comensales. Eso, con permiso de las distintas variedades de pizza, claro.
Mientras tanto, en la bodega reinan los vinos italianos, aunque conviene prestar una atención especial al capítulo de los cócteles. El ambiente acompaña: muchos y vivos colores, detalles artesanales y una barra que evoca las animadas playas de la italiana región de Campania.
Precio medio a la carta: 35-40 euros.





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