Una de las reivindicaciones más justas y consistentes de los últimos años es la de visibilizar el protagonismo de la mujer en la historia del arte. Pero no un protagonismo de cuota, imagen o mera corrección política, sino una representación real, respaldada por su verdadera relevancia y sus aportaciones, que son muchas.

La lista de grandes artistas que han sido ignoradas, silenciadas o condenadas al olvido es demasiado amplia, y la brecha de género en el ámbito de la cultura continúa. Afortunadamente, existen iniciativas esclarecedoras sobre su verdadero papel en la creación artística. Proyectos extraordinarios, alejados de cualquier sensacionalismo sectario, como el del coleccionista británico Christian Levett.

Christian Levett - Foto: Maite Baldi

La pasión de Levett por el arte y el coleccionismo viene de lejos. El origen de su colección se remonta a mediados de los noventa. Acumuló tal cantidad de obras que en 2011 decidió abrir un museo de arte clásico en la localidad de Mougins, en la Costa Azul. Durante años, el Musée d’Art Classique de Mougins (MACM) albergó su extenso y variado “fondo de armario”. Un tesoro que acumula desde magníficas antigüedades egipcias, griegas o romanas, piezas de grandes maestros, hasta obras de autores contemporáneos.

Si su amor por recolectar arte resulta incuestionable, su entusiasmo por reivindicar a las mujeres artistas también lo es. Él mismo explica cómo, tras terminar de releer un clásico de la historia del arte y pasar la última página, se preguntó: “¿pero dónde están las mujeres?”. Por eso, en 2023, además de publicar el libro titulado Abstract Expressionists: The Women, decidió cerrar las puertas del museo para transformarlo en uno nuevo, pero esta vez consagrado a las mujeres artistas.

Arte en femenino en el corazón de Mougins

En junio de 2025 se cumplió un año desde que el Femmes Artistes du Musée de Mougins (FAMM) abrió sus puertas. El emplazamiento sigue siendo el mismo, un edificio medieval restaurado en el corazón de Mougins. Lo que ha cambiado es el contenido.

Donde antes había máscaras funerarias, sarcófagos, esculturas de deidades grecorromanas y obras de Matisse, Toulouse-Lautrec o Salvador Dalí, ahora cuelgan piezas de Lee Krasner, Dorothea Tanning, Nan Goldin, Dora Maar, Louise Bourgeois, Elaine de Kooning, Françoise Gilot o Marina Abramović, entre muchas otras.

Del impresionismo al arte moderno y contemporáneo

Pese a su corta vida, el FAMM es ya un referente mundial de la creación femenina. Las cuatro plantas del antiguo museo albergan en la actualidad un centenar de obras de cerca de 90 artistas de todo el mundo que han participado de los principales movimientos artísticos, desde el impresionismo hasta el arte contemporáneo del siglo XXI. Mujeres que, a pesar de los numerosos obstáculos, siguieron creando, dejando tras de sí una huella indeleble.

Porque, afortunadamente, ahora sabemos que sus contribuciones al arte fueron mucho más relevantes de lo que la historia oficial ha mantenido durante siglos. Por poner tan solo dos ejemplos, Hilma af Klint fue una auténtica precursora del arte abstracto; sin embargo, el mérito se lo adjudicaron a Kandinsky, a pesar de que la obra del pintor ruso es algo posterior. Igual de paradójico resulta el caso de la artista del expresionismo abstracto norteamericano Lee Krasner, eclipsada por la sombra de su esposo Jackson Pollock.

Un recorrido revelador

La exposición permanente está ordenada cronológicamente, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. Pero más allá de un museo, el FAMM es un espacio en el que contemplar, y ver completado, un relato artístico deliberadamente ninguneado y ocultado.

Así, por ejemplo, en la sala del impresionismo descubrimos artistas como Berthe Morisot, una de las fundadoras y figura clave del movimiento; también a Blanche Hoschedé-Monet, hijastra y nuera de Claude Monet, o la obra de las autoras norteamericanas Mary Cassatt y Lilla Cabot Perry. Mientras que el postimpresionismo está representado, por ejemplo, con Le fils du roi, de Jacqueline Marval, o Jeune femme à la guitare, de Marie Laurencin.

Los cuadros de paisajes y escenas cotidianas ceden el protagonismo a lo irracional, a los lugares oníricos y a las figuras propias del surrealismo. Obras como el lienzo Mid-day of the Canary y la escultura The Ship of Cranes, de la artista Leonora Carrington; Les étrangères y La Luna, de la argentina Leonor Fini; o Le Démon Mesquin, de Jane Graverol, constatan que ellas tuvieron una gran importancia en la cartografía del movimiento, a pesar de que André Breton se limitó a describirlas en su manifiesto como “bellas y sin nombre”.

La segunda planta del edificio está dedicada a la figuración. Allí encontramos una selección de piezas de estilos variados. Empezando por la escultura Nature Study, de Louise Bourgeois; el cuadro Jackie Curtis as a Boy, de Alice Neel; Carrying the Skeleton, de Marina Abramović; o Hammer and Sickle (and an Unborn Baby), uno de los tres corsés usados y pintados por Frida Kahlo.

La abstracción ocupa la primera planta del museo. Los visitantes encontrarán aquí obras emblemáticas del movimiento, como Prophecy, de Lee Krasner. Le acompañan Abstraction #3, de Elaine de Kooning, o Rufus’ Rock, de Joan Mitchell.

Al final del recorrido aguarda el arte contemporáneo. Artistas consagradas y emergentes encuentran aquí su espacio, como Sarah Lucas y su escultura Tic-Cat Down; Tracey Emin con Hurricane, o Jenny Saville con Generation.

No todo queda en la pintura o en la escultura; el FAMM no se olvida de otras manifestaciones artísticas, como la fotografía. Y lo hace con autoras como Nan Goldin o Carrie Mae Weems.

Mougins, un destino cultural

Escultura de Pablo Picasso - Foto: Yolanda Cardo

La elección de Mougins para establecer en un primer momento el MACM y posteriormente el FAMM no es en absoluto arbitraria. Durante décadas, la localidad francesa ha sido un imán para los artistas. Quizá sea por su luz, por el entorno, por el encanto de sus rincones o por su enclave, a poco más de seis kilómetros de Cannes, en lo alto de una colina frente al Mediterráneo.

Quizá fuera por todo ello que Pablo Picasso escogió este lugar para vivir sus últimos años, y aquí murió el 8 de abril de 1973. Pero han sido muchos más los cautivos de su atracción: Coco Chanel, Paul Éluard, Fernand Léger, Francis Picabia, Jean Cocteau, Charles Chaplin o, incluso, Winston Churchill venían aquí en busca de sosiego e inspiración.

Todos ellos contribuyeron a convertir esta villa de la Riviera francesa en un destino artístico. Su consolidación hay que agradecérsela a mecenas como Christian Levett, a la treintena de galeristas que tienen aquí sus espacios o a decisiones como la de establecer aquí todo un referente internacional de la imagen fija y en movimiento, el Centro de Fotografía de Mougins.