La describen como una princesa del cuento de Las mil y una noches. Dicen que bajo la luz del sol es radiante, acogedora y generosa, pero cuando anochece se transforma y se reviste de un aire sorprendente, hechizante y misterioso. La Mamounia cumplió 100 años en 2023, pero parece que nunca ha estado tan joven. Fue un placer estar allí y conocer su cara llena de vida, moderna, elegante y, a la vez, tan alegre.

Y como el cuento es de mil y una noches, La Mamounia esconde mil y una maravillas, que solo pueden descubrir quienes prestan atención a los detalles. Hemos tenido la suerte de conocer unas pocas y ahora las compartimos con vosotros.

Los Jardins de La Mamounia parecen el paraíso

Jardins de La Mamounia

Lo siento, tengo que empezar de una manera menos habitual y, antes de hablar de la historia o los interiores del hotel, tengo que hablar de los Jardins de La Mamounia. En árabe, jardín significa paraíso y, sin duda, puedo confirmar que estos jardines son un verdadero paraíso de ocho hectáreas de higueras, rosales y naranjos. Pero lo que no me esperaba eran las peonias, las omnipresentes peonias.

Rosalía, en una de las canciones de su nuevo disco Lux, canta: tírame magnolias (creo que es una de mis favoritas). Yo canto con ella, pero cambio la letra y digo: tírame peonias. Ahora quizá podáis entender mejor mi amor absoluto por estas flores. Estoy segura de que su belleza exterior y su increíble olor pueden enamoraros de la misma manera.

Evocar los Jardins de La Mamounia, un remanso de paz y belleza, es regresar al origen de su leyenda, que comenzó en el siglo XVIII. El príncipe Al Mamoun recibió de su padre, el sultán alauí Sidi Mohammed Ben Abdallah, como regalo de bodas, una vasta finca de trece hectáreas y la convirtió en un lugar célebre por sus nzaha, magníficas recepciones (al tema de la recepción volveré más tarde, porque es importante) al aire libre, dentro de la gran tradición marroquí. Dos siglos más tarde, la sociedad Compagnie des Chemins de Fer du Maroc decidió construir un hotel en este enclave de flora excepcional. Así nació La Mamounia, el que dicen es el único palacio del mundo con nombre femenino.

Volviendo al jardín, el mejor momento para descubrirlo quizá sea por la mañana, cuando la naturaleza despierta con el canto de los pájaros. O a última hora de la tarde, cuando los rayos de sol pierden fuerza y la ligera brisa invita a pasear. Es entonces cuando podréis disfrutar del placer sencillo que supone recorrer sus senderos, descubriendo las diferentes especies que lo habitan: olivos bicentenarios, palmeras, pinos carrascos, adelfas, cactus y árboles frutales como los raros limeros, pero también naranjos, higueras y melocotoneros. Cómo no extasiarse ante las jacarandas, las rosas, las vincas de Madagascar y las buganvillas (¿quién no adora las buganvillas?) en flor, con el minarete de la Koutoubia de fondo y, a lo lejos, las cimas nevadas del Atlas.

Sombras y luces, arboledas salvajes e hileras de árboles crean un frondoso y estudiado desorden. Por el camino os vais a encontrar sorpresas como las pistas de tenis, una pista de petanca y otros juegos al aire libre o también el Menzeh par Pierre Hermé, que invita a una pausa gastronómica. Al fondo de los jardines, una huerta de 1.500 m² alberga tesoros que aportan sus deliciosos sabores a los platos preparados por los chefs de los cuatro restaurantes de La Mamounia.

Crujientes rábanos, lechugas, calabazas, zanahorias, calabacines, quince variedades diferentes de tomates… más de treinta especies de hortalizas y plantas cultivadas con pasión y esmero. Y, por supuesto, las hierbas aromáticas, ingredientes esenciales de la cocina marroquí y mediterránea: cilantro, menta, albahaca, orégano, verbena, hierba limón de Madagascar y mi favorita, el comino. Volví a España adicta al comino.

Un resumen exprés de la historia del hotel

El edificio, ideado por los arquitectos franceses Henri Prost y Antoine Marchisio en el siglo XX, aúna los códigos de la arquitectura marroquí ancestral con los cánones Art Déco. La Mamounia, inaugurada en 1935, pronto se convirtió en un refugio para amantes de la belleza y figuras ilustres, entre ellas Winston Churchill, quien halló allí inspiración para sus acuarelas y calificó el hotel como uno de los mejores en los que había estado.

Tras una renovación en 1946, que contó con la participación del pintor Jacques Majorelle, el palacio alcanzó el centenar de habitaciones y consolidó su estilo árabe-andalusí. Desde los años cincuenta, su prestigio atrajo a los grandes del cine: Hitchcock, Chaplin, Mastroianni, Coppola… y convirtió al hotel en escenario de películas icónicas. En las décadas siguientes, La Mamounia continuó alimentando su leyenda al recibir a The Rolling Stones en 1968 o a Paul McCartney en 1973.

En 2020, el famoso dúo formado por Patrick Jouin y Sanjit Manku inició una excepcional renovación del establecimiento, llevada a cabo en dos fases y cuyos últimos retoques finalizaron en 2023. Tras una primera fase dedicada a restaurantes, bares y salones de té en 2020, la segunda sublimó los espacios públicos, completando la magnífica metamorfosis en vísperas de su centenario: la recepción, la Galería Mamounia, la Lámpara del Centenario, el Salón de Honor, el bar, el salón y la Explanada Majorelle.

Bawab, el arte de recibir

Bawab

Hablando de la recepción. Tras la renovación, dos salones de inspiración morisca y con un toque Art Déco invitan a los recién llegados a sumergirse en la cultura local, creando una transición fluida entre el exterior y el interior. La inclusión de lámparas de techo y faroles resalta los frescos y mosaicos. Aquí hay que mencionar a Bawab, la icónica figura del centenario.

El hotel ha querido destacar el compromiso excepcional de uno de sus empleados más emblemáticos a través de una figurita de fuerte simbolismo: la del portero, o bawab en árabe marroquí. Esta figura encarna el trato amable y acogedor del que disfruta todo aquel que cruza el umbral del establecimiento. Es el reflejo de un espíritu y un alma centenarios, el legado de una tradición más viva que nunca: el arte de recibir.

Lámpara del Centenario - La Mamounia

Al entrar es imposible no ver la Lámpara del Centenario. Esta obra maestra, rebautizada ya como la Joya de La Grande Dame, impone su presencia en pleno corazón del hotel. En un homenaje desenfadado a las tamazight, joyas tradicionales bereberes, esta extraordinaria escultura luminosa evoca dos collares suspendidos en el aire. A ambos lados del pasillo que conduce a Le Salon de Thé par Pierre Hermé y al Spa, seis alcobas transportan al visitante a un mundo cargado de misterio y exotismo a través de un viaje por la historia de Marruecos.

Así son las habitaciones

Ahora, cuando ya os habéis enamorado de La Mamounia tanto como yo, os puedo hablar un poco más sobre las opciones de alojamiento y sus instalaciones. Las habitaciones y suites combinan artesanía marroquí, elegancia contemporánea y vistas excepcionales. Desde las acogedoras habitaciones Clásicas y Superiores, decoradas con maderas talladas, zelliges tradicionales y tonos serenos, hasta las distintas categorías Deluxe, cada espacio ofrece una atmósfera única con panoramas que abarcan la Koutoubia, los jardines históricos, la piscina o incluso las montañas del Atlas.

Las suites, más amplias y suntuosas, despliegan una rica paleta de colores, mármoles y tejidos preciosos para disfrutar de un refinado estilo oriental. Entre ellas destacan las Executive, síntesis del lujo artesanal, y las Prestige, con generosos volúmenes y una sofisticación impecable.

También existen las Suites de Excepción, que elevan aún más la experiencia: desde el esplendor histórico de la Suite Al Mamoun y la vibrante Suite Majorelle, hasta la sobria elegancia de la Suite Marqueterie o el romanticismo de la Suite Baldaquin. Para quienes buscan una inmersión total en el arte de vivir marroquí, los tres Riads privados ofrecen el máximo nivel de discreción y confort.

Una cuidada gastronomía que es un homenaje a Marruecos y Oriente

La Mamounia ofrece una propuesta gastronómica tan diversa como refinada, donde cada restaurante despliega una identidad propia. L’Asiatique par Jean-Georges es un viaje por los sabores de Extremo Oriente en un ambiente íntimo y envolvente, mientras que L’Italien par Simone Zanoni recrea una luminosa trattoria romana rodeada de vegetación, donde la cocina en vivo y el aroma del horno de leña evocan la auténtica dolce vita. Para los momentos más relajados, Le Pavillon de la Piscine combina desayunos y almuerzos en un espacio bañado por la luz y el murmullo de la piscina central.

El restaurante Le Marocain, situado en un majestuoso riad de arquitectura árabe-andalusí en pleno corazón de los jardines, encarna la experiencia culinaria más emblemática del hotel. Considerado una institución en Marrakech desde hace más de treinta años, cautiva desde el primer instante con sus alcobas íntimas y su atmósfera palaciega.

Bajo la dirección del chef Rachid Agouray, ofrece un viaje por la gastronomía marroquí que comienza con el ritual del ftour y continúa con diferentes especialidades, convirtiendo cada comida en una verdadera celebración cultural. En la cima del restaurante se esconde Le Club, un bar ideal para contemplar la puesta de sol o prolongar la velada con cócteles y tapas de marcado carácter marroquí.

El hotel dispone también de otros bares con personalidad propia. Le Churchill, homenaje al ilustre huésped que tanto amó el hotel, es una joya de elegancia íntima, perfecta para disfrutar de champanes y espirituosos. Como contrapunto, Le Bar Majorelle late en el corazón del hotel y es ideal para relajarse con un café o disfrutar por la noche de cócteles y jazz.

Todo lo que puedes hacer sin salir del hotel

La Mamounia

Todo esto es solo una pequeña parte del hotel, que dispone también de salones de té, salas de seminarios y reuniones, sala de juegos, cine, peluquería, boutiques, gimnasio y una amplia oferta de actividades deportivas. Pero no voy a negar que donde más me gustaba pasar el tiempo era en la piscina y el spa.

El Spa de La Mamounia, un santuario de 2.500 m², ofrece una experiencia de bienestar donde el tiempo parece detenerse. En un ambiente sereno y delicadamente iluminado, los huéspedes disfrutan de rituales ancestrales marroquíes reinterpretados con sofisticación contemporánea. Más de 80 tratamientos faciales y corporales, junto con masajes relajantes, energizantes u oxigenantes, componen una carta pensada para restaurar el equilibrio entre cuerpo y espíritu.

Para quienes buscan la máxima exclusividad, el Spa Privado propone un universo independiente con hammam, jacuzzi, cabinas de tratamiento y espacios de relajación diseñados en torno a cálidos tonos rojizos y mosaicos artesanales. La experiencia culmina en el hammam, un ritual purificador profundamente arraigado en la cultura marroquí.

Aprovechando este espacio, os quería pedir que, si vais a visitar La Mamounia, por favor, me traigáis peonias 🌸.