La Fundación MAPFRE arranca la temporada con dos grandes exposiciones: Raimundo de Madrazo, la retrospectiva más completa del reconocido pintor; y Edward Weston. La materia de las formas, dedicada al fotógrafo estadounidense.
Raimundo de Madrazo. Un gran artista en el lugar que le corresponde

En su libro Del romanticismo al realismo. Ensayo sobre la pintura en Francia de 1830 a 1848, el crítico e historiador del arte Léon Rosenthal definió como Juste milieu (en el justo medio) un tipo de pintura que no se ajustaba puramente a los dictados tradicionales de la académica, pero tampoco podía ser considerada como pintura de vanguardia. Raimundo de Madrazo (Roma, 1841 - Versalles, 1920) está considerado, junto con Paul Delaroche, Horace Vernet o Léon Cogniet, uno de los mejores representantes de esta tendencia.
Heredero de una de las familias más reconocidas del arte español del siglo XIX, el artista ejecutaba con brillantez y extraordinaria perfección técnica este tipo de pintura ajena a los extremos y de gran éxito comercial durante la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, la decadencia de esta corriente fue tan fulgurante como su ascenso, y casi todos los pintores adscritos a ella resultaron olvidados por la historiografía del arte. Afortunadamente, en los últimos años han comenzado a gozar del reconocimiento que merecen.
La muestra Raimundo de Madrazo es precisamente eso: una espléndida retrospectiva que rescata del olvido el legado de este excepcional artista y lo coloca en el lugar que le corresponde en la historia del arte.
Un español en París

Afincado en París desde 1862, el pintor fue un testigo privilegiado y un actor fundamental de la escena artística parisina del último tercio del siglo XIX. La capital francesa caminaba hacia la modernidad y las nuevas tendencias convivían con gustos más anclados en el academicismo pictórico.
Raimundo de Madrazo adaptó su obra al gusto burgués parisino centrándose en la pintura de género, tendencia con la que logró un gran reconocimiento internacional, con un estilo preciosista e influido por su cuñado Mariano Fortuny. Su temática abarcaba pequeñas escenas decorativas en formato reducido —las tableautins—, interiores refinados, decorados exóticos y figuras femeninas que evocaban el exotismo andaluz o la elegancia francesa, escenas de baile y de la vida ociosa de la alta sociedad parisina.

A partir de 1880, abandonó la pintura de género para centrarse en el retrato de una selecta clientela asociada a la elegancia y el virtuosismo. En 1878 fue condecorado con la Cruz de Caballero de la Legión de Honor en la Exposición Universal por sus retratos de Benoît-Constant Coquelin y Retrato de niña con vestido rosa. Su reputación como retratista de la alta sociedad se consolidó con efigies como las de Rosario Falcó y Osorio, duquesa de Alba, la reina María Cristina o los retratos de la familia Vanderbilt, algunas de las pinturas más importantes de su trayectoria.
En sus últimos años centró su producción en desnudos, retratos y escenas de género de inspiración dieciochesca. Su ejecución era menos preciosista, pero su estética seguía evocando el esplendor del pasado.

Comisariada por la historiadora del arte Amaya Alzaga, la exposición Raimundo de Madrazo hace un recorrido por la trayectoria vital y profesional del pintor a través de ocho secciones y más de cien obras, algunas inéditas y muchas prestadas por coleccionistas privados e instituciones como el Museo Nacional del Prado, el Metropolitan Museum of Art, la Hispanic Society of America de Nueva York o el Musée d’Orsay de París. La exposición estará disponible hasta el 18 de enero de 2026 en la Fundación MAPFRE (Paseo de Recoletos, 23, Madrid).
Edward Weston. Del pictorialismo a la abstracción

Edward Weston (Illinois, 1886 - California, 1958) recibió su primera cámara a los 16 años, una Kodak Bulls-Eye nº 2 regalo de su padre, y se lo tomó muy en serio. Autodidacta, abrió su primer estudio fotográfico en 1911 en un barrio de Los Ángeles.
Sus primeros trabajos reflejan una clara influencia pictorialista, con paisajes que evocan a los impresionistas o escenas pastorales ligeramente borrosas. Pero Weston creía en el “valor poético y especulativo de la fotografía directa”, convencido de que la fotografía en sí misma merecía ser una disciplina artística, como también defendían Paul Strand o Alfred Stieglitz, a quienes conoció en Nueva York en 1922.

En México, junto a Tina Modotti, amplió su mirada y abrazó nuevos temas, fotografiando objetos y motivos alejados de su contexto original para otorgarles un nuevo valor simbólico. “Es entonces cuando se da cuenta de que el verdadero arte fotográfico es intuitivo e inmediato, que la eliminación de lo accesorio constituye la esencia de su talento creativo”. De esa simplicidad y depuración de formas surgieron imágenes icónicas como Pimiento nº 30, Excusado o sus voluptuosos desnudos, esenciales para comprender la nueva estética y el nuevo estilo de vida americano del periodo de entreguerras.
Para los organizadores, “la obra de Weston, fuertemente vinculada al paisaje y a la historia cultural estadounidense, en su extrema simplicidad y originalidad permite discernir una perspectiva única en el proceso de consolidación de la fotografía como medio artístico y su relevante papel en el contexto de la modernidad en las artes visuales”.

La exposición comienza su recorrido en 1911, cuando inicia su trayectoria profesional, y continúa con una selección de imágenes que muestran su evolución desde el pictorialismo inicial hasta su consolidación como autor de lenguaje propio, cercano a la abstracción.
Comisariada por Sérgio Mah, Edward Weston. La materia de las formas (hasta el 18 de enero de 2026 en la Fundación MAPFRE de Madrid) aborda cinco décadas de producción de una de las principales figuras de la fotografía moderna.

 
 
 
 
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