Itziar Miranda es una actriz, conocida principalmente por la serie “Amar es Para Siempre”, donde ha encarnado durante casi veinte años al personaje de Manolita. En la actualidad se encuentra grabando Física o Química y conduce el programa de Aragón TV “Tenía que Ser de Aquí”. Compagina su carrera como actriz con su gran pasión, la literatura. Ella y su hermano Jorge son los autores de la colección Miranda, unos libros que pretenden dar visibilidad a todas las grandes mujeres de la historia.

Desde hace unos años imparte talleres sobre feminismo y coeducación en colegios, librerías y museos de todo el mundo. Es embajadora y patrona del FIP Tocando el Cielo, un Festival internacional de música clásica que está muy comprometido con el papel de la mujer en la música y ha lanzado una nueva colección de cuentos sobre los ODS de la agenda 2030. También conduce 8 MIRADAS en la fundación Ortega-Marañon. Unas charlas sobre cómo construir espacios de igualdad.

Hoy nos invita a descubrir sus orígenes y descubrir algunos rincones en el Pirineo Aragonés que tienen un especial significado para ella:

Itziar Miranda

Reza la leyenda que mucho tiempo atrás, Gerión derrotó a Tubal, rey de la península Ibérica. La hija de Tubal, Pyrene, asustada se escondió entre los bosques. Hércules, el gran guerrero y semidiós que luchaba contra los enemigos de Iberia, enamorado de la joven, fue a salvarla, pero no pudo hacer nada por la bella Princesa Pyrene. Triste y desconsolado, con el corazón hecho pedazos, cubrió el cuerpo con un manto de cenizas. Sobre el cuerpo de la bella princesa, fue amontonando grandes piedras en forma de mausoleo. Una piedra tras otra fueron dando forma a este singular sepulcro que hoy conocemos como Pirineo. 

Cuando yo nací mi padre era médico rural del valle de Tena. Allí di mis primeros pasos, mis primeros besos, leí mis primeros libros y tuve mis primeros sueños. El pirineo me serena, me ordena y además me conecta con tres de mis cosas preferidas: montaña, música y familia. “Me gusta subir montañas y bañarme en los lagos helados, aunque a veces se me corte un poco la respiración...” Así empiezan todos mis cuentos. Y es que, el personaje que inventé para contar mis historias está inspirado en esos picos que subí cuando era una niña, y en el recuerdo de todos los ibones en los que me bañé como premio por haberlos conquistado.

Cuando el ruido de la ciudad empieza a dolerme, cojo mi mochila y vuelvo a mis montañas. Y es que, como decía Thoreau, hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza.

Balneario de Panticosa

Para mí el balneario de Panticosa es mucho más que un precioso hotel escondido en un circo glaciar rodeado de tresmiles. Este paraíso por el que pasearon grandes como Ortega y Gasset, Ramón y Cajal o Perico Chicote. Es mi refugio. Siempre que me siento perdida o tengo que tomar una decisión importante vengo aquí. Subir a las ranas (como llamamos familiarmente al ibón de Ordicuso) o bañarnos en las pozas de Bozuelo, es uno de los planes que más me conecta con mis hijas. Y todos los julios tengo una cita imperdible y emocionante con el FIP Tocando el Cielo, el festival de música clásica más hermoso del mundo.

Aínsa

Una preciosa villa medieval. Pasear por sus bellas calles empedradas, llenas de balcones adornados con flores de todos los colores, es trasladarte a otra época. Un lugar privilegiado que se encuentra entre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara y el Parque Natural Posets-Maladeta. Además, tiene restaurantes increíbles donde comer buena carne pirenaica y trucha salvaje.

Roda de Isábena

Este sitio me recuerda especialmente a mis padres. Nos encantaba escaparnos allí los días de fiesta para empaparnos de belleza, y es que está considerado uno de los pueblos más bonitos de España. Es el pueblo con catedral (por cierto, absolutamente encantadora) más pequeño del país. Pasear por allí es una auténtica delicia.  

Anciles

Es un cuento. A solo dos kilómetros de Benasque, es uno de los lugares más lindos del Pirineo. Un pueblito muy pequeño, pero absolutamente encantador. Sus casas de piedra, coronadas con los típicos tejados de pizarra, son una preciosidad. Y encima, se encuentra en uno de mis valles preferidos (inolvidable para mí porque me recuerda a mi primer tresmil: el mítico Aneto.)

La selva de Oza 

Un lugar mágico para perderte, sobre todo en otoño, ya que una de las joyas que tiene es su hayedo. Empaparte de esa explosión de color es tan romántico e inspirador que hay que tener cuidado de no tener un Stendhalazo. Encantador y salvaje, un paisaje que te deja a flor de piel y te anima a abrazar la vida. Sin duda, uno de los rincones más espectaculares de mi tierra.