Dicen de él que fue uno de los primeros escritores norteamericanos que pudo vivir exclusivamente de sus obras y el "primer autor genuinamente estadounidense". Y es que Washington Irving (1783-1859) no paró de escribir y viajar a lo largo de su vida: y no hay nada más inspirador para un escritor que el viaje, la vida más intensa y fructífera... más allá de los libros.
Entre los diversos viajes que hizo Irving, destaca su presencia en España que descubrió tras visitar varios países europeos. Pero algo hizo clic en el alma de este escritor que quedó prendado para siempre de esta tierra, especialmente de Andalucía, residiendo un tiempo en Sevilla y Granada.
Ruta Washington Irving, una odisea romántica

Los viajes de Irving por Andalucía entre 1828 y 1829, que se transformaron en varias obras (como los célebres Cuentos de la Alhambra) inspiraron a muchos viajeros europeos y norteamericanos que quedaron extasiados por el "exotismo" español.
Bien es cierto que el escritor neoyorquino contribuyó con su obra también a generar una imagen un tanto tópica y distorsionada de lo que acontecía "aquí abajo" en las primeras décadas del XIX (que otros viajeros posteriores ayudaron a difundir), pero tampoco es menos cierto que Irving adoró Andalucía como un amante tierno y juvenil, como el que descubre por primera vez el amor y queda irremediablemente hechizado: puro romanticismo viajero.
En el año 2000, la Junta de Andalucía comenzó a trabajar en una ruta siguiendo los pasos de Washington Irving que se ha ido enriqueciendo con los años hasta formar parte de las Rutas del Legado Andalusí junto a la del Califato o de los Nazaríes.
Huelva

La ruta de Irving comienza en La Rábida, el monasterio onubense en plenas marismas de Odiel por el que pasaron grandes viajeros como Colón o Hernán Cortés.
Y es que una de las figuras que más fascinación despertó en el escritor fue el propio navegante genovés, del que escribió varias obras, incluyendo Una historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón, su biografía más famosa en inglés hasta bien entrado el siglo XX.
Por supuesto, Irving también se pasa por Palos de la Frontera en esta primera parte de la ruta de aroma netamente colombino: de este puerto fluvial del río Tinto (hoy perdido por la erosión climática) partió la expedición aquel 3 de agosto de 1492.
También hay tiempo para pasar por Moguer, unos años antes de Platero, así como Niebla y Villarrasa. Los últimos pueblos que visita Irving en su ruta por Huelva son La Palma del Condado y Villalba del Alcor... no confundir con la vallisoletana Villalba de los Alcores.
En la Villalba onubense debes pasarte por la iglesia de San Bartolomé, inscrita en una antigua fortaleza almohade lo que le otorga un singular aspecto defensivo, con cuatro torreones en las esquinas.
Sevilla

Describe el escritor y profesor José María de la Peña Cámara en este artículo la presencia de Washington Irving en Sevilla: "Fijémonos: un norteamericano en Sevilla en 1828 (...) el mayor productor de turistas en esta magnífica tierra de turismo que es Andalucía (...) con una delantera de doce años sobre el turismo romántico marca Gautier".
Aquel lunes 14 de abril (a eso de las cinco y media de la tarde) desembarcaba Irving en Sevilla a bordo del Betis, el primer vapor que surcó las aguas del Guadalquivir: se quedaría durante casi un año "a la sombra de la Giralda".
Y con Sevilla como campo base, seguiría haciendo ruta por tierras andaluzas. Primero pasando por Alcalá de Guadaira donde el escritor observó "reatas de mulas y borriquillos cargadas con grandes serones de hogazas y roscas". Sí, nuestro querido pan que tanta devoción (y estupefacción) sigue despertando en otras latitudes.
Desde Alcalá de Guadaira dos opciones: una hacia al norte para pasar por Carmona, y otra hacia el sur para pasar por Arahal. Y tras acercarse a Marchena, donde es obligado pasarse por el Museo Zurbarán, una visita a Écija, la ciudad de las torres en la que profundizar en la historia de Tartessos.
Después de sentir el aroma nobiliario de Osuna, llegamos a Estepa, uno de los "balcones de Andalucía", por su ubicación a los pies de las primeras estribaciones de la Cordillera Subbética. Y la última parada sevillana es La Roda de Andalucía, ubicada en un mar de olivares que durante siglos fue fronteriza tierra de nadie.
Málaga

La ruta enlaza con Granada atravesando varias localidades de Málaga, empezando por Fuente de Piedra en torno a la cual se encuentra la Laguna Salada, la mayor de Andalucía con sus 1.400 hectáreas, uno de los enclaves peninsulares donde se reproduce el flamenco.
Tras pasar por Humilladero y Molina, llegamos a Antequera donde Irving quedó impactado por su Peña de los Enamorados y la leyenda que se desarrolla en la misma.
Tello es un cristiano preso en la alcazaba que un día recibe la visita de Tagzona, hija del mandatario musulmán de Antequera. Por supuesto, se enamoran y terminan huyendo después de que la chica libere al soldado enemigo.
Pero su huida es corta: llegan a la famosa peña con perfil de cara que se ubica al noreste de la localidad, perseguidos por la guardia musulmana. Una vez arriba, se cogen de las manos... y ya te imaginas el resto.
Tras esta clásica tragedia romántica, dejamos Málaga, no sin antes pasarnos por Archidona que también cuenta con un venerable castillo que Irving visitó y describió.
Granada

"Jamás en mi vida habité un lugar más delicioso que este y nunca podré encontrar otro que se le iguale". No cabe duda de que el escritor neoyorquino cayó rendido a los pies de la Alhambra y la ciudad que le rodea, siendo uno de los principales responsables de la revalorización contemporánea de este monumento convertido ya en maravilla mundial.
Y es que Irving tuvo la suerte de pasar varias semanas en el interior de la Alhambra, alojado en unas habitaciones secretas que el mismo descubrió cerradas: "estoy tan enamorado de mi apartamento que me cuesta trabajo salir de él para dar mis paseos". ¡Pero si hasta desayunaba en el Patio de los Leones!
Claro, eran otros tiempos, y algunos insignes viajeros podían permitirse estos lujos, pero gracias a ello, la leyenda alhambrina se difundió a los cuatro vientos.
Pero antes de terminar su ruta en la capital, Irving visitó otras localidades de la actual provincia de Granada, entrando en ella por Loja para pasar luego por Huétor Tajar.

Desde aquí dos posibilidades para llegar a la capital. Una por el norte que lleva a Montefrío, Íllora, Fuente Vaqueros y Chauchina. Y la otra que pasa por Moraleda de Zafayona, Alhama de Granada y Santa Fe.
Visitando pueblos como estos, Irving dejó para el recuerdo descripciones como la que sigue que definen su alma viajera pero que también contribuyeron al mito de la España exótica que aún hoy sigue vigente:
¡Allá los que se quejen por la falta de carreteras de peaje y hoteles suntuosos y todas las engorrosas comodidades que ofrece un país culto y civilizado hasta convertirlo en doméstico y monótono! ¡A mí que me den las subidas por las ásperas montañas, el azaroso errar a la aventura, las primitivas pero francas y hospitalarias costumbres que le dan a la vieja y romántica España el sabor excelente de lo auténtico!
Puro romanticismo decimonónico, pleno de revelación, ardor y melancolía que confluye a los pies del "lugar más delicioso del mundo": uno de los primeros flechazos viajeros que puedes rememorar en esta ruta legendaria.
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