Málaga tiene ese algo que atrapa. El centro se recorre bien a pie, y con un poquito de organización puedes saborear su historia, su arte y su buen rollo en un solo día. Si tienes ganas de disfrutar de lo mejor del casco histórico sin prisas, pero sin perderte lo esencial, sigue leyendo. Esto es lo que haría cualquiera que conozca bien la ciudad y quiera disfrutarla de verdad.
1. Carga pilas con buen café y donuts artesanos

Empieza el día como se merece: con buen café. Y cuando digo buen café, me refiero al de verdad. En Bun & Coffee lo preparan con mimo y además lo acompañan de donuts artesanos que parecen recién salidos del horno de tus sueños. Está justo en el centro, y la energía que da ese primer sorbo con un dulce es todo lo que necesitas para lanzarte a descubrir Málaga con buen pie. Es un sitio pequeño, moderno y con ese aire cuidado que te invita a quedarte un rato más. Muchos locales empiezan ahí la jornada, y si ves cola, no te asustes: es porque tienen el mejor café de especialidad en Málaga y unos donuts exquisitos, pero va bastante rápido.
2. Explora La Catedral de Málaga y sus bóvedas
Después del desayuno, toca acercarse a la Catedral de Málaga, conocida como “La Manquita” porque le falta una torre. Lo primero que verás según sales de la calle Duque de Victoria donde te acabas de tomar tu cafe de especialidad málaga son los Jardines de la Catedral. De camino a la entrada principal, verás la Portada del Sagrario o antigua Puerta del Perdón, un pórtico de estilo gótico que data del año 1498. E
l resto de la catedral mezcla elementos arquitectónicos del Renacimiento y del Barroco (especialmente su fachada exterior), y en el interior destaca la Sillería del Coro, obra del famoso escultor Pedro de Mena. Y si con el interior no te basta, lo mejor te espera arriba: puedes subir a las bóvedas, pasear por el techo de la catedral y ver la ciudad desde un ángulo único, con el mar al fondo y el centro a tus pies, como una maqueta viva. Es una experiencia que no todos conocen, pero que cambia por completo la visita.
3. Contempla el arte del Museo Picasso

Saliendo de la Catedral, basta con caminar unos minutos por calle San Agustín para llegar al Museo Picasso Málaga. No hace falta ser fan del cubismo para disfrutarlo. Está en un palacio renacentista precioso y la colección recoge obras de todas las etapas del artista. Hay algo casi íntimo en ver sus trazos de cerca, notar la evolución de su estilo y entender por qué marcó tanto el arte del siglo XX. Además, el edificio tiene un patio andaluz que invita a sentarse un rato, respirar tranquilo y dejar que el arte te cale poco a poco. Aunque no seas de museos, este te atrapa. Es directo, accesible y muy bien montado. Una parada que sí o sí hay que hacer.
4. Maravíllate con el Teatro Romano
Desde el museo, sigue por calle Granada para poner rumbo a la siguiente parada, que será en calle Alcazabilla. Para hacerlo, puedes aprovechar y atravesar El Pimpi, uno de los locales más emblemáticos de Málaga, lleno de barriles firmados por famosos y rincones con historia (y un lugar perfecto para comer platos típicos y probar el vino dulce malagueño). Otra opción es tomar el desvío a la derecha por la Plaza de la Judería, una zona estrecha en la que encontrarás arte mural y un centro de visitantes localizado en un antiguo torreón mudéjar
Al llegar a calle Alcazabilla, te recibe de golpe el Teatro Romano. Está al aire libre, junto a la ladera de la Alcazaba, y sorprende por lo bien conservado que está. Fue descubierto hace no tanto, y todavía hoy se celebran eventos culturales en él. Sentarte en una grada de piedra, mirar hacia el escenario y pensar que ahí se representaban obras hace más de dos mil años es bastante alucinante. Puedes rodearlo, entrar al centro de interpretación y entender mejor cómo era la Málaga romana. Y lo mejor es que justo detrás empieza la subida hacia otro de los grandes protagonistas del día.
5. Recorre la Alcazaba, su historia y sus patios

La Alcazaba es uno de esos sitios que hay que visitar con tiempo, aunque vayas con el reloj en la mano. Es una fortaleza musulmana del siglo XI, con jardines, patios y miradores que parecen pensados para descansar y admirar. Las vistas al puerto, al Teatro Romano o a los tejados del centro son espectaculares, y el recorrido te lleva por torres, murallas y rincones llenos de detalles. Hay bancos para sentarse, sombra en muchos tramos y una calma que sorprende en pleno centro. Se respira historia, pero también frescor. Y si subes con ganas, puedes enlazar con el siguiente destino, que te espera más arriba.
6. Sube al Castillo de Gibralfaro
La subida al Castillo de Gibralfaro se puede hacer caminando desde la Alcazaba por el camino que bordea la muralla. Es un paseo que va ganando altura poco a poco, y cada vez que miras hacia atrás, ves la ciudad desde un ángulo más alto. Al llegar, el castillo ofrece una panorámica impresionante: el puerto, la plaza de toros, el parque, las montañas al fondo. La sensación de amplitud es total. Además, hay zonas con sombra y paneles informativos que explican su historia como fortaleza defensiva. Si llegas a la hora justa, el atardecer convierte todo en una postal. Merece la pena la caminata.
7. Relájate en la Plaza de la Merced

Desde el Castillo, puedes bajar andando por el sendero natural que conecta con la calle Mundo Nuevo, que va a dar justo a la Plaza de la Merced, el lugar perfecto para terminar el día. Es amplia, siempre con movimiento, y está llena de terrazas donde puedes sentarte a tomar algo y descansar un poco. Además, allí se encuentra la casa natal de Picasso, que puedes visitar si aún te quedan fuerzas. Y, si prefieres volver al centro, puedes caminar por Calle Granada hasta llegar a Calle Larios, la vía principal de la ciudad.
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