Hasta 10.000 cabañas permanecen en pie en los Valles Pasiegos simbolizando un modo de vida con más de medio milenio de historia que, en pleno siglo XXI, no solo es un bonito recuerdo, sino también un valioso ejemplo: aquellos habitantes de los valles del Pas y sus afluentes prosperaron en un entorno poco propicio gracias a su respeto por los ciclos de la naturaleza.

Ahora que para muchos de nosotros la naturaleza es, a lo sumo, una escapada de fin de semana, merece la pena volver a recorrer este territorio del centro-sur de Cantabria descubriendo sus tradiciones, sus pueblos y el impresionante paisaje que los rodea.

Piensa en verde en los Valles Pasiegos

Valles Pasiegos - Depositphotos

Los Valles Pasiegos están formados por el valle del río Pas, del Pisueña, además de la cabecera del Miera. En conjunto, estamos ante un territorio definido por los bosques y los prados, las montañas y los ríos, los pueblos y las cabañas: aquí la protagonista siempre ha sido la naturaleza, y el ser humano solo ha tratado de adaptarse a ella.

No obstante, ese proceso de adaptación y aprovechamiento de sus recursos ha terminado por cambiar parcialmente la fisionomía del paisaje: los prados sustituyeron a los bosques para ofrecer pasto al ganado, la principal actividad económica de los habitantes de este territorio desde hace un milenio.

Y entre esos elementos que fueron configurando el paisaje, la cabaña, que desde el siglo XVI en adelante se convierte en el eje de la vida pasiega, junto a los pueblos que fueron consolidándose en las zonas más propicias de los valles: los centros de trabajo donde, no solo se estabulaba y criaba el ganado, sino también donde se vivía por temporadas.

Liérganes - Depositphotos

Era la "muda", un tipo de nomadismo estacional que dependía del clima y las condiciones del pasto: los pasiegos se movían de cabaña en cabaña (generalmente en pocos kilómetros) buscando las zonas más aptas para su ganado.

Y es así como se comienza a diferenciar la cultura pasiega de otras culturas de las montañas cantábricas: la intensificación productiva derivada de la permanente estabulación del ganado permitió el progreso económico del entorno gracias a una especialización en ganadería vacuna de producción láctea: la carne y la leche de las vacas pasiegas se comercializaron durante siglos por toda la península.

El Valle del Pas

Cabañas en el Valle del Pas - Depositphotos

Iniciamos nuestra ruta por los Valles Pasiegos en el valle cuyo río da nombre a toda la comarca: y esta denominación ya nos informa acerca de su historia, un río de paso que comunicaba el norte con el sur, la Cordillera Cantábrica con Castilla. Y es que, hasta hace no mucho tiempo, los tres valles de la comarca no estaban conectados por carretera, por lo que los antiguos caminos trazados por los pasiegos eran la única comunicación posible.

Y la primera localidad que visitamos a la orilla del Pas es una de las más populares de la comarca: Puente Viesgo. Seguro que te suena su balneario que, desde el siglo XVIII, convirtió esta localidad en lugar de peregrinaje. Pero en su entorno también se encuentra uno de los conjuntos de cavernas prehistóricas más relevantes de la península. Visita el entorno del monte Castillo y descubre a los "antecesores" de los pasiegos.

Remontando el Pas hacia el sur, pasamos ante localidades como Santiurde, Corvera o San Vicente de Toranzo: en esta última destaca la casona de Calderón de la Barca (de propiedad privada) como testimonio de la tipología de noble casona montañesa y también el Museo Etnográfico El Hombre y el Campo, una primera aproximación al modo de vida pasiego.

Vega de Pas - Depositphotos

Y llegamos ya al corazón de los Valles Pasiegos, en torno a los municipios de Luena, San Pedro del Romeral y Vega de Pas, todos ellos haciendo frontera con la comarca burgalesa de Las Merindades, en plena Cordillera Cantábrica. Esta es una de las mejores zonas de la comarca para conocer los cabañales pasiegos: hasta 6.000 edificios que se distribuyen por estos tres municipios, con algunas cabañas de altura de difícil acceso ubicadas en el entorno de Sierra Valnera, el último testimonio de la vida pasiega en las montañas.

Pero si no quieres irte tan arriba, te recomendamos un paseo por la zona de Sel del Manzano, en Luena, donde se conserva uno de los mejores conjuntos de cabañas vividoras de los siglos XVIII y XIX, denominadas así porque eran las más amplias, preparadas para el asentamiento permanente y no temporal como el resto.

En Vega de Pas, además de su entorno natural, sus senderos y cabañas, puedes pasarte por el Museo Etnográfico de las Villas Pasiegas. Y a unos diez kilómetros al sur, el Túnel de la Engaña, uno de los más impresionantes recuerdos de la infraestructura ferroviaria tradicional de nuestro país: siete kilómetros de túnel abandonado que, ya te imaginarás, despierta todo tipo de sensaciones en el visitante.

Valle del Pisueña

Villacarriedo - Depositphotos

Seis municipios forman parte de este valle intermedio entre el Pas y el Miera: el Pisueña nace en la localidad homónima en el municipio de Selaya y entrega sus aguas al Pas cerca de Puente Viesgo. Una de las mejores formas de conocer este entorno es recorrer la etapa 4 del Corredor Oriental de Cantabria (GR-74) que conecta Vega de Pas con Selaya.

Merece la pena detenerse en este municipio que ve nacer el Pisueña para conocer más a fondo la arquitectura popular de casonas y viviendas, ermitas e iglesias que, desde el siglo XVI, marcaron el definitivo asentamiento de los habitantes de la comarca en sus pueblos que abandonaban temporalmente para sus actividades ganaderas.

En la vecina Villacarriedo tampoco faltan las casonas con sus balcones llenos de flores. Pero es el Palacio de Soñanes el edificio más significativo de la localidad: el palacio barroco más impresionante de toda la región, construido por un arquitecto italiano para su propietario Juan Antonio Díaz de Arce y Pérez del Camino, un diplomático y caballero de la Orden de Santiago. Por cierto, puedes dormir en él porque se ha convertido en hotel.

Y siguiendo el curso del Pisueña, pasamos ante Villafufre para llegar a Santa María de Cayón, con mucho, la localidad más poblada de los Valles Pasiegos con casi 10.000 habitantes. Y en el vecino municipio Castañeda no te puedes perder la colegiata de la Santa Cruz, uno de los mejores ejemplos de románico cántabro.

Valle del Miera

Escultura del hombre pez junto al puente de Liérganes - Depositphotos

No hay dos sin tres, y en esta visita a los Valles Pasiegos no podemos dejar de visitar la tercera de las villas pasiegas junto a San Pedro del Romeral y Vega de Pas. Hablamos de San Roque de Riomera que, como indica su nombre, se incluye en el tercer valle que forma parte de esta comarca: el del río Miera.

Y ha llegado el momento de ponerse serios con el senderismo ya que estamos en uno de los entornos más impresionantes de la comarca donde apreciar el viejo valle glaciar que configuró al paisaje hace miles de años. Puedes optar por la Ruta de las Cabañas Pasiegas, la mejor oportunidad para descubrir de cerca el icono de estos valles.

Y es que este valle se diferencia de los dos ya visitados en sus formas: frente a los perfiles alomados del Pas y el Pisueña, en el curso alto del Miera se dibuja un relieve más agresivo fruto del proceso de karstificación: aquí, la roca desnuda es la verdadera protagonista.

A diez kilómetros al norte de San Roque, siguiendo el curso del Miera, llegamos al municipio que toma el nombre del río. Además de sus casonas y templos, llaman la atención los antiguos saltos hidroeléctricos de los Pozos de Noja, dos pequeños embalses de principios del XX que también son una buena zona de senderismo.

Y no hay mejor forma de terminar esta ruta por los Valles Pasiegos que en Liérganes, la perla del Miera, un pueblo de leyenda con uno de los mejores conjuntos patrimoniales de la comarca. Acércate a cualquier vecino y pídele que te cuente la historia del hombre pez de Liérganes: a buen seguro que después de escucharla sentirás la obligación de asomarte al puente... por si acaso.