Desde hace siglos, la oveja merina ha sido mucho más que un animal. Ha sido historia, economía, cultura y, sobre todo, el motor silencioso que ha modelado algunos de los paisajes más impresionantes de la península ibérica. Ahora, un nuevo proyecto turístico, Caminos de la Merina, se lanza para recuperar ese legado y convertir las antiguas rutas de trashumancia en un imán para el turismo sostenible y de calidad.

El retorno de la Mesta: Un hilo que une territorios

Presentación de Caminos de la Merina

Caminos de la Merina no es solo un proyecto; es una red colaborativa que conecta a un centenar de socios de diferentes provincias españolas. ¿Su punto en común? El amor y el respeto por la oveja merina. Ganaderos que preservan la tradición, queserías artesanas, empresas textiles, alojamientos rurales, restaurantes y bodegas se han unido para tejer un ecosistema único que ofrece al viajero una experiencia auténtica y profunda.

La iniciativa, impulsada por la Asociación de Criadores de Ganado Merino, el parque de escultura al aire libre La Nave Va y, por supuesto, nuestra revista Descubrir, busca revitalizar la identidad rural. El objetivo es claro: reforzar la historia de la oveja merina, impulsar proyectos innovadores que mantengan vivas las tradiciones y, en última instancia, generar nuevas oportunidades económicas para los pueblos que forman parte de lo que a menudo se conoce como la “España vaciada”.

La lana que construyó un imperio

Ovejas Merinas

Durante siglos, la lana de la oveja merina fue apodada el “oro blanco” de España. Su calidad y finura eran tan codiciadas en toda Europa que la Corona Española estableció un férreo monopolio, gestionado por la poderosa Mesta. Millones de ovejas recorrieron incansablemente las cañadas reales, una red de más de 125.000 kilómetros que conectaba los pastos de invierno del sur con los de verano del norte. Este movimiento ancestral no solo creó un valioso patrimonio cultural, sino que también esculpió el paisaje y la economía de las zonas rurales.

Hoy, ese patrimonio vuelve a la vida. Como explica Álvaro Álvarez, presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino, “la oveja merina es una de nuestras grandes joyas ganaderas. Su crianza está íntimamente ligada a la trashumancia, una práctica que ha modelado nuestros paisajes durante siglos. Proyectos como este nos permiten poner en valor este legado y demostrar que la ganadería extensiva es una aliada imprescindible de la sostenibilidad”.

Las rutas que tejen el camino

Ovejas Merinas

El proyecto arranca con un enfoque especial en cuatro de las cañadas reales más importantes: la Cañada Real de la Plata, la Cañada Conquense, la Cañada Leonesa Occidental y la Cañada Riojana. La fase inicial se centra en la Cañada Real de la Plata, especialmente en su tramo extremeño, que une las provincias de León, Zamora, Salamanca y Cáceres.

El objetivo es claro, tal y como afirma Pepe Pisa, fundador de Caminos de la Merina: “La trashumancia es un hilo conductor que une paisajes, pueblos y personas. En la 'España vaciada' hay infinitos atractivos turísticos esperando a ser descubiertos: patrimonio, gastronomía, naturaleza, arte contemporáneo…”.

En este sentido, la labor de difusión es clave. Christian Rojo, director de nuestra revista, añade que “cuando los viajeros entienden la historia, la cultura y la riqueza que hay detrás de estos territorios, se convierten en embajadores del turismo rural auténtico”.

Con Caminos de la Merina, se invita a ayuntamientos, empresas turísticas y administraciones a unirse a esta red, a crear juntos un destino singular que genere empleo y arraigo en el territorio. Se trata de un viaje que va más allá de un simple recorrido; es una inmersión en la historia viva de nuestra tierra, un encuentro con un pasado que sigue marcando el presente.

¿Te animas a recorrer las rutas de la oveja merina? Para más información sobre el proyecto, visita caminosdelamerina.com.