El Museo de Arte Moderno de Céret celebra su 75 aniversario con una gran exposición que repasa sus vínculos con los artistas más emblemáticos que contribuyeron a tejer su historia.

Si Henri Matisse y André Derain encontraron en Collioure la inspiración para alumbrar el fauvismo, la pequeña localidad de Céret, en el sur de Francia, se convirtió en la “Meca del Cubismo”, como la definió el crítico de arte y escritor francés André Salmon. Y es que, a partir de 1910, algunos de los grandes popes de las vanguardias artísticas encontraron aquí un lugar donde crear en libertad, un refugio artístico y un punto de encuentro entre París y Barcelona.

El escultor catalán Manolo Huguet, el pintor y mecenas Frank Burty Haviland y el compositor Déodat de Séverac fueron la avanzadilla de un grupo de iluminados al que se fueron sumando Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris, Auguste Herbin, Max Jacob, Francis Picabia, Joaquim Sunyer, Enric Casanovas, André Masson o Marc Chagall, entre otros. Llegaron en diferentes periodos atraídos no solo por la luz y la belleza del paisaje, sino también por la excepcionalidad, la autenticidad y la riqueza cultural de este maravilloso enclave.

Céret se transformó así en un vibrante punto de encuentro, en un espacio de trabajo, de creación, de amistades generosas y fructíferas sinergias, en el que también participaban artistas e intelectuales locales como Aristide Maillol, Victor Crastre o Etienne Terrus.

Una exposición que celebra el arte y la amistad

Du simple au double, de Toni Grand. Obra realizada para el museo de Céret © Adago, Paris, 2025/Fotografía M. Garcia

Seguramente ninguno de los aquí nombrados imaginó que en aquella extraordinaria confluencia de ideas y relaciones estaba el embrión del Museo de Arte Moderno de Céret. Fundado en 1950, este referente artístico y museístico del sur de Francia celebra este año su 75 aniversario con una exposición que repasa sus vínculos con artistas como Pablo Picasso, Marc Chagall o Henri Matisse.

La muestra 75 años de amistad, los artistas y el museo (hasta el 16 de noviembre) reúne más de sesenta obras maestras de su colección, firmadas por todos aquellos que transformaron la institución en un estímulo cultural y artístico. Como explica Jean-Roch Dumon, director del museo y comisario de la exposición: “una de las mayores singularidades de la colección del Museo de Arte Moderno de Céret es haber sido construida sobre los cimientos de la amistad con artistas que, desde principios del siglo XX, encontraron en el Rosellón un contexto de creación catalán, transfronterizo y mediterráneo”.

La generosidad de Picasso, Chagall y Matisse

Marc Chagall donó varias obras al museo, entre otras La chèvre à l'ombrelle, de 1942 © Adagp, París, 2025

Lo primero que verán los visitantes son algunas de las obras donadas por grandes maestros a partir de 1950. Por ejemplo, los trece dibujos que Marc Chagall entregó de su periodo fauvista tras una llamada de Pierre Brune, primer director del museo. En 1954, año de su muerte, añadió Gran cabeza de mujer (1945), una de las piezas centrales de la colección.

Pablo Picasso también contribuyó con un conjunto de siete piezas —una pintura, dos grabados y cuatro cerámicas— y posteriormente con otras 57 obras. Por su parte, Henri Matisse regaló siete lienzos que evocan su universo onírico y su experiencia creativa en el Rosellón.

Otros artistas como Auguste Herbin, Valentine Prax o el pintor canadiense Jean-Paul Riopelle también mostraron su agradecimiento al museo y a Céret con obras significativas.

Un microcosmos creativo

Vista panorámica de la ciudad de Ceret

Desde su fundación, el museo se ha erigido como un símbolo del poder de la amistad como catalizador creativo. Por sus salas han pasado nombres como Joan Miró, Antoni Tàpies, Claude Viallat, Dominique Gauthier, Toni Grand o la artista marsellesa Anne-Marie Pêcheur.

El Museo de Arte Moderno de Céret es mucho más que un espacio físico: es una estructura afectiva construida por todos aquellos que, en diferentes momentos, encontraron en este rincón del sur de Francia, junto a los ceretanos, la inspiración. Hoy sigue fiel a sus orígenes, pero también mantiene vivo su compromiso con el arte contemporáneo del sur de Francia y de Catalunya. En esta línea, en la exposición se incluyen obras de Tom Carr, natural de Tarragona, y del barcelonés Josep Riera i Aragó.

Como dijo Michel Coste, alcalde del municipio: “Este museo es fruto de las pasiones. Pasión de los artistas por la luz de la ciudad y su luz. Pasión de los habitantes por los artistas que venían a instalarse en Céret. Pasión por los encuentros entre unos y otros”. Setenta y cinco años después, la llama sigue viva.