No tiene una localidad que destaque muy por encima de las demás, ni una playa única en el mundo, ni un monumento para hacerse selfies. De hecho, su lugar más fotografiado es un (simple) embarcadero construido en tiempos de Napoleón III. Entonces, ¿por qué recorrer los poco más de 100 kilómetros de la costa de las Landas? Porque está ahí, porque es un lugar como cualquier otro.
Desde luego que la Oficina de Turismo de las Landas no quedaría muy satisfecha con esta introducción si de ella dependiese la publicidad del destino. Pero sabemos lo que queremos decir. Si a ti también te gusta descubrir lugares que todavía no tienen unas letras gigantes para sacarse fotos, acompáñanos en este recorrido por la costa de las Landas.
Viento y olas en la costa de las Landas

El río Adur marca la frontera entre el País Vasco francés y la costa landesa, entre los departamentos de Landas y Pirineos Atlánticos, ambos formando parte de la inmensa región de Nueva Aquitania. Pero la desembocadura de este río no siempre estuvo en Bayona: debido al terreno semipantanoso que caracteriza la costa, el Adur fue históricamente "impredecible" y podía cambiar su curso con distancias de hasta 40 kilómetros.
Hasta que los locales se cansaron y redirigieron su curso desde Vieux-Boucau hasta la capital del País Vasco francés para aprovechar también el río con fines comerciales y defensivos. De hecho, Bayona fue durante siglos bastión militar del sur de Francia gracias a la presencia del Cháteau-Vieux edificado sobre el antiguo castellum romano.
Una vez que cruzas el Adur hacia el norte, el panorama cambia: es el fin de los acantilados de la costa del País Vasco francés y el inicio de un extenso campo de dunas y de un interminable bosque de pinares desde Tarnos hasta la Bahía de Arcachon: olas y viento, pinares y playas. Bienvenidos a las Landas.
La costa sur de las Landas: de Tarnos a Vieux-Boucau

Pese a que ambas partes de la costa no presentan grandes diferencias geográficas, el sur de las Landas se caracteriza por una mayor concentración urbana en menos espacio y porque varias de sus playas son emblemas nacionales para los surfistas.
Efectivamente, la combinación de una playa casi infinita (solo rota en la zona sur por L'Estacade de Capbreton) y el viento que azota la costa atlántica hacen de estos poco más de 30 kilómetros de litoral uno de los más venerados de Europa para el surf: aquí no hay que pelearse por la ola, caben todos.
Como en la playa del Métro, una de las primeras que nos encontramos en la orilla norte del Adur. Famosa por su aspecto salvaje, tras ella pueden disfrutarse también de las praderas pantanosas que generan el curso del río.
Pero antes de meterte en el agua, un aviso que sirve para buena parte de la costa landesa: son playas generalmente peligrosas para el baño si te alejas mucho de la orilla. Así que especial atención con los más pequeños y en aquellas zonas sin salvamento, que son muchas, habida cuenta de la enorme extensión del litoral landés: si no lo ves claro, mejor báñate donde haya gente y/o socorristas.

Tras pasar Ondres, donde no falta una escuela de surf, como es habitual en la zona, llegamos a Labenne, que casi parece una "isla", entre bosques, dunas, mar y la Marisma de Orx, un terreno pantanoso que se convirtió en pólder en tiempos de Napoleón III, monarca muy apegado a esta zona de Francia tras llegar a Biarritz en 1853, donde veraneó varios años.
Y en la costa, la singular capilla de Santa Teresa sobre las dunas (que nos recuerda a una de Vila Nova de Gaia) , además de tres kilómetros de playa que llegan hasta Capbreton, el epicentro de la costa sur de las Landas que destaca por L'Estacade, un embarcadero también construido en tiempos de Napoleón III: se diseñó para habilitar el Passe Boucarot que conecta el lago de Hossegor con el Atlántico.
A mediados del siglo XX se colocó también un faro, una de las pocas construcciones de este tipo en la costa landesa que no supone un especial peligro para las embarcaciones por su sencilla orografía. En total, el embarcadero mide 189 metros de longitud: un paseo mar adentro que ofrece una perspectiva única del litoral landés.
En esta zona se extienden varios enclaves que están entre los más frecuentados por surfistas como la playa de la Piste con restos de búnkeres de la II Guerra Mundial o las de la vecina localidad de Hossegor, como La Nord y La Gravière, además una playa naturista conocida culs nus o "culo desnudo".

El panorama empieza a cambiar un poco desde Hossegor hacia el norte: los espacios naturales ganan ya a los urbanos... salvo por el parque acuático de Seignosse a pie de playa, uno de los lugares que enamorará a los más pequeños.
Entre la zona del parque en Le Penon y Soustons, el siguiente pueblo costero, casi 10 kilómetros de playas y bosques solitarios, el mejor rincón para aquellos que buscan soledad en la zona sur de la costa landesa.
Pero tanto Soustons como la vecina costera Vieux-Boucau también merecen una visita por la sucesión de lagos que se abren entre ellas. Y es que el nombre de esta última no deja lugar a dudas: se trata de la "antigua desembocadura" del Adur que fue desviada hacia Bayona hace ya más de tres siglos, lo que dejó sus "secuelas lacustres" en la zona hasta que se habilitó el actual lago marino en 1966 que cuenta con la isla de Port d'Albret en el centro.
La costa norte de las Landas: de Messanges a Biscarrosse

La salida al mar del lago de Port d'Albret en el courant de Soustons marca "la frontera" entre ambas vertientes de las Landas. Desde aquí, el litoral se presenta aún más prístino con la presencia de urbanizaciones costeras reducidas a su mínima expresión.
Tanto la playa de Messanges como la de Moliets son, en realidad, el mismo arenal, la misma postal: dunas, viento, olas y pinos. Y algunos campings, que no faltan en esta zona del litoral landés: una forma natural y económica de hacer parada y fonda en este entorno.
Una de las costumbres más singulares de locales y viajeros en esta zona es recorrer la corriente del Huchet desde la localidad de Léon, al interior, para desembocar en el Atlántico, todo ello a bordo de una galupe, las pequeñas barcas típicas de esta tierra pantanosa: si debemos seleccionar una postal de esta región (con permiso de L'Estacade) que sea este sedante rincón de agua y arena.
Desde aquí hasta Mimizan, casi 40 kilómetros de más olas y más viento entre los que no faltan pequeños pueblos al interior que se prestan a un paseo tranquilo... también en bicicleta. Toda la costa landesa forma parte de La Vélodyssée, la Ruta de la Costa Atlántica - EuroVelo 1: nada menos que 1.300 kilómetros de recorrido (en Francia, porque sigue por toda Europa hasta Noruega) desde la Costa Vasca hasta Bretaña que forma, por supuesto, una de las rutas en bicicleta más famosas del mundo.

Pero no te asustes, te puedes conformar con un par de etapas de unos kilómetros, por ejemplo, la que lleva desde Cap de l'Homy, otra de las playas más celebradas por los surfistas, hasta Mimizan y Aureilhan, dos pueblos vecinos flanqueados por el Atlántico y un lago: la estampa más característica de las Landas, como ya hemos visto.
Este lago conecta con el de Biscarrosse, al norte, a través de la corriente de Sainte Eulalie, un canal fluvial que también es una ruta de senderismo de algo más de 13 kilómetros. Porque si prefieres tus dos piernas a las dos ruedas, la costa de las Landas, con sus bosques litorales, también te convencerán.

Biscarosse y Sanguinet es la "vuelta a la civilización" antes de entrar en el departamento de Gironde. De hecho, la "frontera" entre ambos se sitúa en pleno Lago de Sanguinet. Esta zona de grandes lagos landeses cuenta con diversos campings y atracciones que exprimen un entorno único: no faltan los puertos deportivos y hasta un Museo de la Hidroaviación ya que este lugar fue en periodo de entreguerras el espacio de pruebas de diferentes aviones que podían aterrizar sobre el agua.
Y al otro lado del Lago Sanguinet, ya en la Gironde, la Duna de Pilat, el lugar en el que las olas, el viento y la arena se combinan de la forma más asombrosa. Se trata de una formación natural costera de 87 hectáreas con tres kilómetros de longitud más de 100 metros de altura y 60 millones de m³ de arena fina que cuenta con la cresta de arena más alta del continente europeo: un lugar tan maravilloso... como cualquier otro.
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