Sentado en un parque a las afueras de Eskoriatza, tras el monte que luego recorremos como parte de la senda Los Pasos del Oso, escucho el ruido implacable de las cadenas de una de las diversas fábricas con las que cuenta Fagor en esta comarca. Desde luego, no es tan relajante como el trinar de los pájaros o la brisa marina, pero es un ruido que termina por integrarse en el entorno: Euskadi es verde, muy verde, pero también es metálico, muy metálico.

La densa y quebrada naturaleza y el carácter industrial (y cooperativo) son los dos elementos que definen Debagoiena, el Alto Deva, la comarca suroccidental de Gipuzkoa que hace frontera con Bizkaia y Álava: la forman ocho municipios y diversos parajes naturales. Así, nuestro viaje a lo largo de la comarca se divide en dos partes: el recorrido urbano por sus localidades principales y un itinerario por sus emblemas naturales siguiendo Los Pasos del Oso.

Debagoiena, el corazón verde (y metálico) de Gipuzkoa

Embalse de Urkulu desde las montañas que lo circundan - Depositphotos

Como si se tratara de los largos títulos de crédito que abren las obras maestras del cine clásico, la entrada a la comarca si vienes del sur se hace cruzando el túnel de Isuskitza, el séptimo más largo de España con sus más de tres kilómetros.

Este túnel que conecta Álava con Gipuzkoa es imprescindible para sortear las sierras de Zaraia y de Elgea, dos de las diversas sierras que forman parte de los Montes Vascos, las montañas que dominan el perfil de Debagoiena. Efectivamente, una vez cruzas el túnel, el ambiente es diferente: pasamos de la serenidad de la Llanada Alavesa al misterio quebrado de los Montes Vascos.

Así mismo, el túnel corre paralelo al río Deva que da nombre a la comarca y que nace justamente en la Sierra de Elgea, muy cerca de Leintz-Gatzaga, el municipio más meridional de Debagoiena, el menos poblado y extenso y nuestra primera parada en la comarca.

El nombre del pueblo (Sálinas de Léniz) nos conduce hacia su emblema: el Museo Salino de Leniz, un espacio que recuerda la explotación de la sal que ha tenido lugar en torno a este enclave desde la Edad de Hierro hasta la pasada década de los 70. Se trata del único museo de España en el que se muestra la extracción de sal recogiendo el agua salada del manantial en dorlas y calentándola a fuego lento: un proceso con más de 2.000 años de historia.

Siguiendo la autopista llegamos a Eskoriatza, ese pueblo mitad niebla, mitad ruido, en el que bien podía haber rodado David Lynch su versión vasca de Twin Peaks, pero cambiando la serrería por una fundición de hierro y aluminio. Si quieres profundizar en la historia de la localidad y la comarca, pásate por el Museo Ibarraundi.

De Arrasate-Mondragón a Oñati

Instalaciones de Fagor en Debagoiena - Wikimedia

Tras pasar Aretxabaleta, al que volveremos después para disfrutar de su icónico entorno natural, llegamos a Arrasate-Mondragón, el núcleo industrial principal de la comarca, pero que ofrece también un apreciado conjunto monumental que incluye edificios como el palacio Bañez Artazubiaga y conventos como el de San Francisco.

Pero si hay algo que ha definido la historia contemporánea de esta localidad es el nacimiento de la Corporación Mondragón de la mano del sacerdote José María Arizmendiarrieta, uno de los personajes más relevantes del siglo XX en Euskadi por su labor empresarial y social.

Tras su fundación en 1958, Corporación Mondragón se ha terminado por convertir en una de las experiencias cooperativas más exitosas del mundo, siendo actualmente el primer grupo industrial vasco y décimo de España sumando un total de 240 entidades (de las que más de 80 son cooperativas) y 70.000 trabajadores.

La puesta en marcha de la popular firma Fagor en 1955, fabricando hornillos y estufas de petróleo, es la primera piedra de este gigante industrial que define toda la comarca, tanto desde un punto de vista económico (una gran parte de los vecinos de Debagoiena están vinculados de un modo u otro a la corporación) como desde un punto de vista visual: esos polígonos industriales flanqueando las principales vías de comunicación.

Fachada de la Universidad Sancti Spiritus - Depositphotos

Pero, aunque en la vecina Oñati tampoco falten los polígonos, su aire monumental nos lleva a otro tiempo sin humo ni resonancias metálicas, sino pétreas. Su conjunto histórico-artístico es el más relevante de la comarca debido a que fue durante siglos un condado regido por la familia Vela la cual acumuló fortuna y patrocinó diversas construcciones en su zona de influencia.

La renacentista Universidad Sancti Spiritus, uno de los edificios más importantes de Euskadi en este estilo, la iglesia gótica de San Miguel Arcángel, el lírico monasterio de Santa Clara de Bidaurreta o la colección de palacios y casas-torre que se multiplicó por el casco urbano en época de bonanza condal constituyen un tesoro imperdible: otra faceta más a sumar a la Debagoiena verde e industrial que ya hemos conocido.

Mención aparte merece el Centro de Interpretación del Chocolate (Txokolateixia), otra razón más para recorrer los diez kilómetros que separan Mondragón de Oñati. Al parecer, desde el siglo XVIII ya existían rutas del cacao por este entorno: un buen plan para que los más pequeños no protesten ante tanto "monumento".

El norte de Debagoiena

Laboratorium Bergara - Wikimedia

El norte de la comarca, ya camino de Debabarrena (el bajo Deva) está compuesto por tres localidades. En el centro geográfico, Bergara, la segunda localidad más poblada de Debagoiena y que también combina naturaleza, historia e industria.

Entre sus tesoros, el que es el museo más relevante de la comarca: el Laboratorium, un centro cultural enfocado especialmente a la ciencia, partiendo del ejemplo que dio el Real Seminario de Bergara desde el siglo XVI que contó con el primer jardín botánico y el primer observatorio meteorológico de Gipuzkoa, así como la primera escuela industrial de ingenieros del País Vasco.

Pero el Real Seminario se convirtió en un lugar de culto para la ciencia mundial debido a que aquí se aisló por vez primera el wolframio. Fue en 1873, en el laboratorio del seminario, cuando Fausto y Juan José de Elhuyar lograron aislar este metal a partir de la wolframita.

Una buena ruta parte de Bergara en dirección Antzuola, el municipio nororiental de Debagoiena: se aprovecha el ramal del antiguo trazado ferroviario que conectaba ambas localidades para caminar entre bosques y montes hasta llegar a Antzuola. Esta localidad, cobija, además, la anteiglesia de Uzarraga, la que dicen es una de las nueve más antiguas de la provincia.

Y en dirección occidental, partiendo también de Bergara, Elgeta, una localidad rodeada de naturaleza cuyo casco urbano y entorno es recorrido por la senda Los Pasos del Oso, la más formidable (y exigente) que transcurre por el Valle del Alto Deva.

Aunque también puedes subir a las montañas de este municipio en una ruta menos ambiciosa y más histórica: un recorrido por las trincheras y refugios que todavía se conservan de la Guerra Civil en el monte Intxorta... por el que también transita Los Pasos del Oso.

Los Pasos del Oso: entre bosques y montes en Debagoiena

Caminando a la orilla del embalse de Urkulu - Depositphotos

Ya no hay osos en las sierras del Alto Deva... pero los hubo tal y como se ha descubierto en cuevas como la de Arrikrutz, uno de los tesoros de esta ruta de gran recorrido (GR-289) que transita por algunos de los lugares más bonitos y emblemáticos de toda Gipuzkoa, como el santuario de Arantzazu, el embalse de Urkulu, el parque natural de Aizkorri-Aratz o la propia cueva de Arrikrutz.

Está compuesta por cinco etapas que suman casi 100 kilómetros, siendo todas ellas de notable dureza, especialmente las que ascienden a las sierras de Zaraia y Aizkorri, bordeando varias de las montañas más altas de la provincia, algunas superando incluso los 1.500 metros de altura como el propio Aizkorri, cima de Gipuzkoa.

Por lo tanto, no es en ningún caso "obligatorio" hacer toda la ruta completa, puedes conformarte con una de las etapas (o parte de una de las etapas) que ya te ofrecen un panorama de la deslumbrante naturaleza del valle alto del Deba.

En este sentido, la primera etapa puede ser una de las más recomendadas porque conecta Bergara con Arrasate pasando por Elgeta. Son 20 kilómetros en los que pasaremos de los poco más de 100 metros sobre el nivel del mar de Bergara a los casi 700 del mencionado Intxorta en Elgeta y bordeando el Udalatx, en plena frontera con Bizkaia.

Paisaje del parque natural Aizkorri-Aratz - Depositphotos

La etapa 2 que conduce de Arrasate hacia el sur, hacia Leintz-Gatzaga, también es exigente con un desnivel y una distancia similar. La última parte que asciende por las faldas de las sierras meridionales que antes atravesamos por el túnel de Isuskitza es especialmente dura: pero ya lo saben los senderistas, en la dureza está la (máxima) belleza.

Mención aparte en esta etapa, lo que la convierte en una de las preferidas, es su tramo por el embalse de Urkulu en Aretxabaleta, tal vez el espacio natural más fotografiado de la comarca por las impresionantes estampas que nos ofrece. Si no estás para muchas alegrías senderistas, no te preocupes porque también puedes centrarte en recorrer este entorno en una ruta circular de apenas siete kilómetros.

La etapa 3 que conecta con Araotz es la más corta de Los Pasos del Oso, pero nos lleva por zona de montaña que superan los 1.000 metros de altura. Destaca en esta etapa la presencia de la cueva de Arrikrutz, una de las cuevas más extensas de Gipuzkoa y joya kárstica del País Vasco.

Detalle del Santuario de Arantzazu - Depositphotos

Los fanáticos de la montaña estarán satisfechos con esta etapa o con la etapa 4 que acerca a Oñati. Sus 20 kilómetros transcurren por buena parte del parque natural Aizkorri-Aratz, cruzando un paso de montaña que se ubica entre el Biozkornia y el Artzanburu, este último superando los 1.300 metros de altura. Además, nos acerca al santuario de Arantzazu, el incontestable emblema artístico de la comarca que ya recorrimos en la Ruta de los Tres Templos.

Y pese a que la última etapa ya nos aleja de las grandes alturas de las sierras meridionales de Debagoiena para devolvernos hacia Bergara, también empieza fuerte con la ascensión hacia el Oregi que roza los 1.000 metros de altura. Eso sí, tras este último esfuerzo una larga bajada de 15 kilómetros hasta Bergara, principio y fin de una de las rutas de senderismo más impresionantes (y duras) del País Vasco.