León ha demostrado, una vez más, que es tierra de resistencia. Después de un verano marcado por los incendios forestales, la provincia se levanta más viva que nunca. Según los últimos datos del Consorcio Provincial de Turismo, más del 95 % de su biodiversidad sigue intacta. La montaña, los valles, los ríos y los bosques conservan su esencia, y sus gentes, acostumbradas a vivir entre el frío y la altura, encarnan ese espíritu de fortaleza que hace de León un destino único.

Hoy, viajar a León no solo es una invitación al disfrute, sino también un gesto de apoyo a un territorio que se recupera sin perder su alma. Estas cinco ideas o excusas son el punto de partida para redescubrir una provincia que late con fuerza entre cumbres, tradiciones y sabores.

1. Volver a las montañas de Riaño y Mampodre

Montañas de Riaño y Mampodre

En el corazón del norte leonés, la Montaña de Riaño y Mampodre se alza como un homenaje vivo a la naturaleza que resiste. Los praderíos, los hayedos y los picos que rodean el embalse de Riaño siguen ofreciendo panorámicas que cortan la respiración. El eco de los rebecos al amanecer, el sonido de los cencerros y la luz sobre el agua son la mejor muestra de que este paisaje, a pesar de todo, se mantiene intacto.

Las rutas que parten desde Riaño o Boca de Huérgano conducen a miradores espectaculares, como el del Alto Valcayo o el de Las Hazas, donde el visitante puede contemplar el perfil de los Picos de Europa al fondo. A pie o en bicicleta, esta es una de las formas más bellas de comprobar que la vida sigue fluyendo entre las montañas.

2. Redescubrir las siete Reservas de la Biosfera

Babia

León es la provincia con mayor número de Reservas de la Biosfera de España: siete en total. Babia, Laciana, Omaña y Luna, Alto Bernesga, Los Argüellos y Los Ancares Leoneses conforman un mosaico de paisajes y ecosistemas que apenas se han visto alterados.

Cada una ofrece una experiencia diferente. En Babia, los pastores continúan con la tradición trashumante, guiando al ganado por los antiguos caminos de verano. En el Alto Bernesga, los bosques de abedules y acebos invitan a caminar en silencio. En Laciana, el visitante puede observar osos pardos en libertad con la ayuda de guías locales. Y en Los Ancares, la arquitectura popular y los pueblos de palloza siguen siendo un viaje al pasado.

Recorrer cualquiera de estas reservas es también una forma de conectar con el presente, de entender cómo la conservación puede convivir con la vida rural.

3. Admirar la fuerza intacta de los Picos de Europa

Picos de Europa

El Parque Nacional de los Picos de Europa sigue siendo uno de los grandes emblemas naturales de España y un orgullo compartido por tres comunidades: Castilla y León, Asturias y Cantabria. En el sector leonés, las montañas se elevan sobre los valles del río Cares y del Valdeón, dibujando un paisaje de una belleza poderosa que conserva su esplendor intacto.

Las rutas que parten desde Posada de Valdeón, Caín o Santa Marina de Valdeón conducen al corazón del parque, entre gargantas profundas, paredes calizas y bosques de hayas. El célebre desfiladero del Cares, una de las sendas más espectaculares del norte peninsular, continúa siendo la mejor forma de sentir la montaña desde dentro.

A diferencia de otras zonas del noroeste, los incendios del pasado verano no alcanzaron este territorio, que se mantiene protegido y en excelente estado de conservación.

4. Redescubrir el oro rojo de Las Médulas

Las Médulas

El mayor yacimiento de minería romana a cielo abierto del mundo, Patrimonio Mundial por la UNESCO, también se ha librado de los peores daños. Aunque el fuego afectó zonas periféricas, los itinerarios más emblemáticos siguen abiertos. La Hoya de las Médulas, quizá el punto más reconocible de este paisaje, conserva sus vistas y senderos entre castaños centenarios.

Pasear entre las galerías excavadas por los romanos, al atardecer, sigue siendo una experiencia única. El contraste entre el rojo de la tierra y el verde de los bosques es un recordatorio de cómo la naturaleza y el tiempo se mezclan aquí en una obra de arte viva.

5. Degustar el sabor de la recuperación

Cecinas Nieto

Volver a León también es volver a su mesa. Desde las carnes curadas de Cecina de León hasta los vinos del Bierzo o los botillos ahumados que se sirven en las casas rurales, la gastronomía local se convierte en una forma directa de apoyar a quienes mantienen la vida en el campo.

En pueblos como Molinaseca, Castrillo de los Polvazares o Balboa, los mesones han reabierto sus puertas con la misma hospitalidad de siempre. Comer allí, entre piedra, vino y conversación, es una manera sencilla y poderosa de contribuir a la recuperación de la provincia.