El implacable paso del tiempo, la negligencia institucional, los desastres naturales y el cambio climático, el turismo o los conflictos armados, provocan daños innumerables, a veces irreparables, sobre el patrimonio histórico y cultural acumulado, generación tras generación, a lo largo de los siglos. 

Ya sea por su antigüedad, su importancia artística o medioambiental, o por la trascendencia de los acontecimientos históricos que cobijaron, estos sitios, que bien pueden ser parajes naturales o cascos históricos, castillos, palacios, catedrales o edificios, adquieren con el paso del tiempo una extraordinaria carga identitaria que debe ser preservada. No solo porque sean parte de nuestra memoria, sino porque son además una parte indisoluble de nuestra identidad.

World Monuments Fund 

Faros de Maine - Foto cortesía de WMF

A esta labor de salvaguarda lleva dedicándose desde 1965 World Monuments Fund, una organización independiente consagrada a proteger los lugares más preciados del mundo. A través del World Monuments Watch (un programa bienal basado en nominaciones), el WMF colabora con gobiernos, patrocinadores y comunidades locales, mediante ayudas financieras, proyectos de conservación o iniciativas para concienciar al público sobre la importancia de proteger un patrimonio que nos pertenece a todos. 

Coincidiendo con el 60 aniversario de su fundación, el pasado 15 de enero, la organización dio a conocer los sitios incluidos en el World Monuments Watch 2025. Una lista que pone de manifiesto los grandes desafíos a los que se enfrenta el patrimonio cultural universal (conflictos bélicos, masificación del turismo o desastres naturales).

El listado incluye 25 lugares, como el tejido urbano de Gaza, en Palestina; el pueblo viejo de Belchite, en Aragón; la ciudad antigua de Antioquia, en Turquía; la Casa del Maestro de Kiev, en Ucrania; la costa africana de Swahili; las grutas budistas de Maijishan y Yungang, en China; el paisaje minero de Serifos, en Grecia; los faros históricos de Maine en EEUU; o la Luna que, como afirma de Bénédicte de Montlaur, presidenta y CEO del WMF, ha sido incluida por primera vez “para reflejar la necesidad urgente de reconocer y preservar los artefactos que testimonian los primeros pasos de la humanidad más allá de la Tierra, un momento definitorio en nuestra historia compartida”. 

Una última oportunidad para salvar las ruinas del viejo Belchite

Belchite - Foto cortesía de WMF

El ayuntamiento de Belchite lleva años reclamando unas ayudas que bien por los cambios de administración o por la desidia de los sucesivos gobiernos nunca llegan. Algo paradójico en un país que presume de tener una ley de memoria histórica desde 2007. Afortunadamente el WMF se hace eco de este grito, casi desesperado, de auxilio señalando como un simbólico escenario en riesgo extremo. 

Situado a unos 40 km al sur de Zaragoza, Belchite fue durante siglos un próspero enclave comercial, con una espléndida arquitectura mudéjar reflejo de convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos. Durante la Guerra Civil, en el verano del 37, el pueblo fue destruido prácticamente en su totalidad y así permaneció sin restaurar por expreso deseo de Franco. Desde entonces, sus ruinas han permanecido congeladas en el tiempo como un triste recordatorio de un trágico episodio de nuestra historia.

La inclusión en la lista del Watch 25 brinda una oportunidad única para que las generaciones presentes y futuras entiendan cómo este conflicto moldeó la historia de la España moderna. 

Gaza y Ucrania, símbolos de resiliencia

La destrucción que acarrean las guerras va más allá de la pérdida de espacios o edificios. Los conflictos bélicos impactan dramáticamente en las vidas de quienes los sufren que ven cómo todo su mundo desaparece impunemente ante sus ojos. El WMF considera imprescindible apoyar la recuperación de las comunidades afectadas erigidas como símbolos de resiliencia.

Así, entre los sitios seleccionados en esta edición se encuentran la casa del Maestro en Kiev, un icono nacional y un símbolo de independencia y soberanía de un país a punto de cumplir tres años en guerra con Rusia; y Gaza, una ciudad sumida en una destrucción sin precedentes tanto en términos de vidas humanas como de lugares patrimoniales.

Cambio climático y desastres naturales

Lamu en Kenia - Foto cortesía de WMF

Las catástrofes provocadas por el cambio climático y los desastres naturales son cada vez más frecuentes. Por eso, al igual que urge tomar medidas para reducir emisiones y paliar los efectos devastadores que ocasiona nuestro estilo de vida, también debemos prepararnos ante las inclemencias de un clima cada vez más cambiante. 

En la costa africana de Swahili, que incluye sitios extraordinarios, como el Fuerte Jesús y la Ciudad Antigua de Lamu, en Kenia, o la isla de Mozambique, se enfrentan al aumento del nivel del mar, la erosión costera y los fenómenos meteorológicos extremos. Igualmente, el aumento del nivel del agua es el peligro al que se enfrentan los 66 faros históricos que salpican la bella costa de Maine en EEUU, valiosos símbolos de su historia marítima.   

Los desastres naturales también se cobran sus víctimas. Lo hemos visto recientemente en la vasta destrucción que asoló casi el 90% del casco histórico de la ciudad turca de Antioquia durante los terremotos de 2023.

La doble cara del turismo

Grutas budistas de Maijishan - Foto cortesía de WMF

Por si todo esto fuera poco, en los últimos años el turismo masivo se ha convertido en una amenaza creciente y prácticamente incontrolable. Son demasiados los factores que hay en juego. Nadie quiere renunciar a la grata experiencia de viajar, conocer nuevos mundos, contemplar exóticos paisajes. Pero la democratización del turismo tiene un “reverso tenebroso”. 

Paradójicamente, la irrelevancia, en términos turísticos, de un determinado enclave también conlleva el deterioro o la pérdida de elementos fundamentales de la identidad cultural y la tradición artística de sus comunidades.   

El WMF persigue implantar estrategias de turismo sostenible destinadas a recalibrar el impacto que provoca el turismo, o su ausencia, en determinados enclaves. El objetivo, mejorar la calidad de vida de las poblaciones locales mientras se preserva el entorno en lugares como las Grutas Budistas de Maijishan y Yungang, en China, un destino cada vez más masificado; o, en el extremo opuesto, los prácticamente desconocidos Monasterios del valle del Drino, en Albania.

El paisaje natural y cultural de la Luna

Superficie de la luna

El único satélite natural de la Tierra merece una mención aparte. Allí, a 384.4000 km de nuestro planeta, encontramos más de 90 sitios históricos. Son el punto exacto donde las naves espaciales han tomado contacto con su superficie, incluido Base Tranquilidad, el lugar de alunizaje del Apolo 11, la primera nave de la historia que logró poner al hombre en la Luna.  

Todos estos emplazamientos representan uno de los logros más extraordinarios de la humanidad. Sin embargo, a medida que la exploración espacial avanza, el satélite se enfrenta a los mismos peligros que afectan a la Tierra y a otros aún insospechados. 

Convencidos de que la cultura amenazada en cualquier lugar del mundo es una amenaza global, el WMF ya ha asegurado, de momento, dos millones de dólares para financiar varios proyectos en los sitios Watch 2025. El objetivo, tal y como afirma, Bénédicte de Montlaur, es “garantizar que la preservación del patrimonio no solo honre el pasado, sino que también contribuya activamente a construir un futuro más sostenible, inclusivo y resiliente para las comunidades de todo el mundo y más allá”.