Hay muchas formas de describir a Reikiavik. Y mucho más que descubrir en ella. Te contamos todo lo que puedes hacer en tres días de visita a la capital islandesa, un lugar increíble que a buen seguro te va a sorprender.
Cosmopolita. Pacífica. Limpia. De calles anchas y casas bajas y coloridas. Un lugar con muchos espacios verdes, donde la temperatura promedia los 12 grados centígrados y todavía se puede respirar aire puro. Sin monumentales edificios históricos pero con una vida cultural a pleno rendimiento: espectáculos musicales callejeros, galerías, museos… Con gran oferta comercial y gastronómica. Y también con la mejor vida nocturna, aunque en verano la noche tarde en llegar. Así es Reikiavik, una pequeña gran ciudad que se puede -y merece- ser recorrida a pie.
Entre los vikingos y las aguas termales

Reikiavik fue fundada en el siglo IX por colonos noruegos. Debe su nombre, que significa “bahía humeante”, a sus muchas fuentes termales. De hecho, no deberías abandonar la ciudad sin antes haber pasado por alguna de sus piscinas municipales.
Pero empecemos por el principio. Entonces, como para ir entrando en confianza, puedes realizar una visita guiada y gratuita. Y luego te recomendamos comenzar a caminar la ciudad por tu cuenta e ir descubriendo todo lo bueno que tiene para ofrecer.
Un lago en medio de Reikiavik
El Tjörnin, también conocido como Reykjavíkurtjörn, es un pequeño lago situado en el centro histórico de la ciudad. En sus márgenes se encuentra el parque más visitado por locales y turistas, y donde se aprecian más de cuarenta especies de aves. Entre ellas, gaviotas, cisnes, gansos y golondrinas de mar.
Recorrido por el centro histórico

A diferencia de otras capitales europeas, Reikiavik no se caracteriza por la abundancia de majestuosas edificaciones antiguas. De todos modos, es interesante observar las sedes del Ayuntamiento, el Parlamento, la Casa de Gobierno, la Biblioteca Central, la Catedral y el Teatro Nacional. Una de las construcciones más antiguas de la ciudad es el Stjórnarrádid, un palacete del siglo XVIII que alberga oficinas del gobierno nacional.
Museos con historia
Para recorrer la historia de Islandia, nada mejor que una visita al Museo Nacional. Allí podrás apreciar, entre muchas piezas exhibidas, la puerta de la antigua Iglesia de Valpjófsstadur (1200). También puedes llegarte hasta The Settlement Exhibition, donde se exponen los restos de una de las primeras casas erigidas por los vikingos durante la colonización del país. O recorrer el Museo Folclórico de Arbaer y ver antiguas viviendas construidas al estilo tradicional islandés, una iglesia rural y una granja de techos de turba y pasto.
Productos típicos en el Mercadillo de Kolaportid

Para comprar artículos típicos de Islandia a buen precio, lo ideal es que te acerques al mercadillo de Kolaportid, el más grande de la isla. Aquí conseguirás no solo los característicos jerseis de lana islandesa, además hay una gran cantidad de opciones en productos gastronómicos.
Paseando por la calle comercial Laugavegur
Laugavegur no solo es la principal arteria comercial de la ciudad, también es una de las más antiguas. Está poblada de tiendas, restaurantes, bares y cafeterías. Si quieres hacer una alto, puedes entrar a la panadería Sandholt y probar sus deliciosos panes, bollos y pasteles. Además, estarás visitando toda una institución en Reikiavik. El negocio abrió en 1920 y a lo largo de los años lo han administrado cinco generaciones de panaderos de la familia Sandholt.
Hallgrímskirkja, la iglesia inspirada en formaciones basálticas

Si crees que te has cruzado con una gigantesca nave espacial en medio de Reikiavik, es que estás frente a Hallgrímskirkja, una iglesia luterana que se terminó de construir en 1986. Y si bien llama la atención por su fachada, inspirada en los flujos de lava basáltica, característicos en el paisaje islandés, lo más interesante es que subas a su torre de 75 metros y contemples, desde allí, hermosas vistas de la ciudad.
Torre Perlan: cultura, gastronomía y vistas panorámicas
Otro lugar desde donde puedes obtener vistas panorámicas de la ciudad es el restaurante giratorio ubicado en la famosa Torre Perlan, en la colina de Öskjuhlíð. Este lugar fue utilizado como base británica durante la Segunda Guerra Mundial y es uno de los contenedores que acumula agua termal para abastecer a la ciudad. La construcción, que parece una perla y de allí su nombre, es también un espacio cultural donde se desarrollan conciertos y exposiciones y donde se emplaza el Museo Saga, que muestra la historia islandesa desde las sagas medievales hasta hoy, a través de figuras de silicona.
Un paseo marítimo para disfrutar

Un paseo por la zona del puerto siempre es bienvenido. Allí, además de encontrar una generosa oferta de restaurantes, bares y tiendas, te encontrarás con el edificio Harpa. Nos referimos al flamante centro de conciertos y conferencias que, además, no pasa desapercibido por su sus fachada, formada por una entramado de hexágonos de cristal. También es digna de destacar la escultura Solfar (viajero del sol), que recuerda a una embarcación vikinga. Desde esta zona, además, hay privilegiadas vistas del Atlántico y del monte Esja.
Por otra parte, no te vayas de este paseo marítimo sin haber probado un exquisito plato a base de pescado y otros frutos del mar.
Perros calientes y vida nocturna
Como dato curioso, no deberías dejar Reikiavik sin degustar los que se dicen los mejores hot-dogs del mundo. O al menos así opina el ex presidente estadounidense Bill Clinton, a quien le deben la fama estos perros calientes de la parada Bæjarins Beztu Pylsur.
Y si te apetece la movida nocturna, tampoco tienes que perderte la que se monta en el llamado Distrito 101, que los fines de semana bulle de gente en busca de diversión.
Reikiavik, una ciudad con mucho más para ofrecer

Pero Reikiavik es mucho más. Si el tiempo alcanza, continúa explorando sus muchos museos, galerías de arte y centros culturales y no dejes de disfrutar algunos de sus tantos espectáculos al aire libre. O vuelve pronto.