Si el turismo de naturaleza ya estaba viviendo un buen momento en los últimos años, esta situación de crisis sanitaria va a provocar su definitiva consolidación: con muchos viajeros deseando salir de sus ciudades poniendo rumbo a espacios amplios y alentadores, los parques nacionales serán una de las opciones más interesantes para estas próximas semanas. Para ir abriendo boca, nos dirigimos a Monfragüe para conocer uno de los espacios naturales más estimulantes de Extremadura.
En la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar, a unos 60 kilómetros al noreste de Cáceres, se sitúa el Parque Nacional de Monfragüe, un territorio de 18.400 hectáreas con una zona periférica de protección de más de 100.000 hectáreas. Fue declarado parque natural en 1979 y reserva de la Biosfera en 2003. Sin embargo, el proceso para convertir este enclave natural en parque natural no fue tan sencillo.
Desde los años 90, se desarrollaron diferentes iniciativas, pero no llegaron a concretarse. La presencia de la central nuclear de Almaraz a unos 30 kilómetros al este o la carretera abierta el tráfico que atravesaba el parque, dificultaba la configuración de este territorio como parque nacional. Finalmente, el hecho de que Monfragüe posea una de las más extensas y mejor conservadas zonas de monte mediterráneo a nivel europeo terminó por inclinar la balanza a favor de la declaración de parque natural en el año 2007.
Mons Fragorum era para los romanos, que ya se encontraron con una zona boscosa plagada de encinares, matorrales, precipicios, roquedos, arroyos y torrentes. Y, efectivamente, Monfragüe sigue siendo hoy en día un oasis natural para al viajero que disfruta de la soledad y de perderse un poco en entornos frondosos. Los alcornoques, acebuches y arbustos de tierras secas que dominan las laderas del monte configuran ese tapiz verde y ocre tan típico de Monfragüe.
Pero buena parte de los visitantes del parque cacereño llegan atraídos por la inmensa riqueza de su fauna, especialmente de las aves. Se trata de uno de los mejores espacios naturales de la Península Ibérica para disfrutar del halcón peregrino, el águila perdicera, la cigüeña negra o el águila imperial. Pero, además, en Monfragüe campa a sus anchas el jabalí —podemos dar fe de ella— junto al lince, el gato montés o la nutria. Y los ciervos, cuya berrea en la segunda quincena de septiembre es otro reclamo para al viajero: en el entorno de Monfragüe viven unos 10.000 ciervos.
Tres rutas para recorrer el parque
Los aficionados al senderismo están de suerte en Monfragüe porque ofrece tres rutas principales muy bien señalizadas además de otros senderos secundarios que, en algunos casos, son restringidos y requieren de guías acreditados y reservas previas. Los tres itinerarios parten de Villarreal de San Carlos, única localidad del interior del parque que incluye un Centro de Interpretación, además de merenderos, restaurantes, alojamientos y otros servicios básicos. En ella se celebra todos los años la Feria Internacional de Turismo Ornitológico de Extremadura.
Ruta Verde. Se trata de un itinerario de algo más de 7 kilómetros si lo hacemos en ida y vuelta con una duración de unas dos horas y media. El camino recorre la ladera izquierda del arroyo Malvecino durante unos 3 kilómetros en los que podremos apreciar una gran variedad de vegetación mediterránea. Pasando el puente de abajo del arroyo existen dos opciones: subir por una cuesta de unos 500 metros hasta la base del cerro para descender después al mirador de Cerro Gimio o bien tomar la ruta que recorre la margen derecha del arroyo, más sencilla con apenas 1 kilómetro de recorrido.
Ruta Amarilla. Son 8 kilómetros (ida y vuelta) entre Villarreal de San Carlos y el mirador de La Tajadilla. Se trata también de un sendero bastante sencillo que conduce a la presa de los Saltos de Torrejón donde se encuentra el mirador de la Tajadilla. La primera parte del recorrido discurre en un sendero con deliciosas vistas a la confluencia del Tiétar y el Tajo. Pasaremos por la Fuente de los Tres caños hasta el denominado Charco del Infierno, donde el Tiétar traza un amplio meandro, para terminar en el mirador.
Ruta Roja. Es la más extensa: 13 kilómetros en unas 4 horas (ida y vuelta). Parte de Villarreal de San Carlos e incluye diferentes variantes que nos llevarán a conocer el Salto del Gitano, el Castillo de Monfragüe o la Fuente de la Parra. También podremos disfrutar del Puente del Cardenal del siglo XV y la ermita de Nuestra Señora de Monfragüe. Si vamos bien de tiempo (y de físico) es la ruta más recomendada pues ofrece un panorama completo del parque.
Miradores, pinturas rupestres y astroturismo
El parque cuenta con numerosos puntos de avistamiento de aves en los que, además, disfrutar de unas vistas sobrecogedoras. Buena parte de los viajeros que llegan a Monfragüe se dirigen en primer lugar al popular Salto del Gitano porque es el punto en el que se dan cita numerosas aves, especialmente los buitres leonados. Se trata de una mole de cuarcita sobre el Tajo en el que anidan buitres, cigüeñas o halcones peregrinos. Un espectáculo.
El otro mirador imprescindible de Monfragüe es el Castillo que ofrece las mejores vistas del parque. Aunque en temporada baja se permite llevar el coche hasta el castillo, es recomendable hacer la ruta a pie. Pese a que apenas quedan restos originales fue en origen una construcción ejecutada por árabes, que a buen seguro quedaron maravillados por este enclave natural a su llegada a tierras extremeñas. Cuenta una de las leyendas de Monfragüe —hay unas cuántas, otro día os contamos la del gitano del salto— que el fantasma de la princesa Noeima que habitaba el castillo vagaba por el monte como castigo por haberse enamorado de un cristiano.
Por cierto, en la subida a pie al castillo también encontramos la Cueva del Castillo, el testimonio más importante de pintura rupestre de la zona, que demuestra que este territorio tuvo asentamientos humanos desde tiempos prehistóricos. Aunque llevaba años cerrada al público desde 2018 comenzaron las visitas guiadas. Además, en la vecina localidad de Torrejón el Rubio se encuentra un Centro de Interpretación de Arte Rupestre en la que se pueden ver las réplicas de las pinturas de la cueva.
Pero además de leyendas, pinturas ancestrales y exuberante fauna y flora, Monfragüe se está poniendo de moda como un punto de encuentro de aficionados al astroturismo. Y más desde que hace unos años la NASA publicara como foto del día una instantánea tomada desde el parque natural. El parque ha sido reconocido por la protección del cielo contra la contaminación lumínica, habiendo sido certificado como Destino Turístico Starlight. Y es que el paisaje de estrellas desde Monfragüe es conmovedor. Otra razón más para acercarse a este paraíso natural a la vuelta de la esquina.
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